En una época estaba todo menos diseminado. Si vos estudiabas Bellas Artes terminabas pintando cuadros o esculpiendo. Y hacías dibujos para vos y la gente que querías. Esto era un boceto, aquello una obra. Todo en compartimientos estancos. Sabías de antemano que mostrar y que no mostrar.
Ahora todo es mucho más exigido porque el concepto de obra es mucho más amplio y nos permite darnos cuenta que por ahí lo que antes se consideraba un boceto es mucho más interesante y rico que eso que en un primer momento pensamos que sería la obra. ¿¿No te pasó que un boceto es mucho más interesante que una pintura y finalmente te quedaste con el boceto y no con la pintura?? Antes, si querías ser artista, tu elección estaba muy condicionada con respecto a cómo harías arte. Ahora es al revés: tenés tantas posibilidades que asusta un poco. Muchas veces da vértigo.
Lorenzo Anzoátegui traduce todo a su mundo. Sus imágenes están recodificadas y él maneja esta posibilidad con una maestría absoluta. Lorenzo es ilustrador y animador, y hace todo al mismo tiempo. Puede saltar de sus imágenes en movimiento a sus imágenes-cuadros a sus imágenes para ser publicadas. No es que los artistas de otras épocas no utilizaran todos los medios a su alcance, pero lo que sí es cierto es que no todas estas intervenciones tenían el mismo valor. Y ahora pueden tenerlo.
Ayer discutíamos con mi tía Nora, que es pintora, aunque no expone mucho. Y ella siempre se queja un poco del arte contemporáneo, porque considera que impera una permisibilidad que en sí es buena pero que admite experimentos elitistas. A veces nos olvidamos de cómo fue mutando el concepto de obra en estas últimas décadas, incluso en las obras tradicionales. Por eso mi tía se queja cuando se exponen bocetos, dice que no están a la altura de una buena pintura y sospecha detrás de esta exposición una maniobra comercial. Por suerte no tenemos esta visión y podemos disfrutar de una ilustración o una animación y valorarla tanto o más que una obra en el sentido más tradicional.
Ver al Lennon del Sgt Pepper en plan Playmobil me alucinó. Lorenzo tiene una sensibilidad preciosa que también tiene Albertina Carri, de poder ver las cosas desde un Playmobil. Porque esa es la gran diferencia: mientras artistas de otras generaciones utilizan los Playmobil como “objetos de consumo”, Lorenzo ve al mundo como si fuera un Playmobil, tiene y usa esa sensibilidad.
Tenemos otra sensibilidad hacia las cosas. Y es el arte contemporáneo el que nos permite esta sensibilidad.
Viva la diseminación!!
Vivan los Playmobil!!
Y viva Lorenzo Anzoátegui!!
lunes, 25 de junio de 2007
Diseminate!! Y sentí todo como un Playmobil
Publicado por Anita en 12:29