lunes, 14 de enero de 2008

autofelicitaciones y vagancia




Hoy es mi cumpleaños. Iba a escribir un post sobre los cumpleaños y el arte. Pero me arrepentí. Hoy no tengo ganas de hacer casi nada. O sí. Me divierte (no sé por qué) decir que no quiero hacer casi nada porque es mi cumple.
Así que lo hago y les regalo este retrato maravilloso que me hizo un gran artista.

viernes, 11 de enero de 2008

Vampirismo a dieta

¿¿Y qué hacemos con Lo Denso?? Y lo escribo así, con mayúsculas para decir que ahí hay un territorio. Como cuando decimos Lo Imborrable. Lo Indecible. Así como existe lo políticamente correcto, y hasta lo estéticamente correcto, podemos adivinar otra categoría que podríamos llamar lo visualmente correcto. Aunque a algunos en un primer momento les cueste reconocerlo, existe lo visualmente correcto. Porque el discurso general es siempre el mismo: todo puede decirse, la cuestión es cómo. O mejor, todo puede mostrarse, pero hay que ver de qué manera. Y ese cómo o manera es lo visualmente correcto. Cuando la representación se excede, entonces comienzan las polémicas.
Pero ¿qué quiere decir exceso en este caso?
El arte siempre fue el espacio para investigar ese límite. El año pasado fui a una muestra muy buena en el Museo Nacional de Bellas Artes. Y toda la exhibición giraba en torno de un cuadro de Sívori, un cuadro de un pintor académico argentino del siglo XIX que se llamaba “El despertar de la criada”. Parece ser que este cuadro fue recriticado en aquel tiempo porque presentaba un cuerpo de una sirvienta que chocaba contra el ideal de cuerpo femenino de la época. Esa pintura fue discutida en los círculos artísticos pero también por toda la ciudad.
Lo denso no tiene por que ser la exposición de un cadáver. Lo denso puede aparecer de una forma que hasta parece lúdica. El cine de terror siempre se divierte con este límite.

La obra de Mauro Guzmán inspirada en la película El Exorcista que se expuso el año pasado en Appetite se reía de estas convenciones. Era como decir que las películas de clase B ó Z muchas veces hacen cosas con este límite que resultan más sorprendentes que muchas obras de arte. Y que la inspiración puede estar en cualquier parte.
Todo esto gira alrededor de Lo Denso. Como muchas obras de Lucía Luna que me parecen muy buenas. Son fotos que tienen una inspiración vampírica. Pero a partir de sutilezas. Los vampiros suelen tener algo de operísticos en su representación. En cambio los vampiros de Lucía son muy sutiles. Al principio te parecen inofensivos y después con el tiempo vuelven a tu memoria y te das cuenta que son terroríficos.
Lucía realiza su obra en un margen de Lo Denso que no es el más teatral, el más cercano al cine de terror.
No sé muy bien por qué la mayoría de las estéticas del horror están como amplificadas, exageradas. Mucho maquillaje. Lo que hace Lucía es retirarse de esta exageración y poner el maquillaje justo. Como quien pone la pincelada justa.
Después de ver sus fotos me doy cuenta de que las imágenes que bordean el horror necesitan ponerse a dieta.
Y que la obra de Lucía Luna es un paso más allá.
Indaga en el horror en la dosis adecuada.
Un vampirismo de nueva generación.

jueves, 10 de enero de 2008

Merendando símbolos patrios

¿¿Podemos regresar sin nostalgia?? María Luque encuentra un método para investigar en las formas de poder que se nos fueron colando durante toda nuestra infancia sin apelar de forma directa a la afectividad. Me gusta su poesía. Porque en la obra de María podemos advertir algo que es muy agradable: sus dibujos y pinturas van mucho más allá de sus intenciones.
Lo importante nunca es la originalidad. Sino lo certero de una mirada. Porque ante todo María sabe mirar. Sabe reelaborar sus sentidos. Porque nosotros podemos ver viejas revistas. Podemos enloquecernos observando nuestros cuadernos de la primaria y las imágenes que entonces nos daban nuestros papás y maestros. Pero lo emocionante es llevar todo eso a otro sitio.
Porque las obras de María tienen una prolijidad y un trazo que los chicos obvian. Ella avanza sobre todo en estas condiciones simbólicas.
Porque pocas veces pensamos en que cuando estábamos en la primaria fuimos una máquina de reelaborar símbolos de poder.
Lo hacíamos como un juego, que es lo que hace María. Recupera ese avanzar en el juego.
Es una cosa medio foucaultiana. A mi me divierte porque los filósofos y estudiantes de filosofía se ponen como locos con estas afirmaciones. Los artistas y los que escribimos sobre arte utilizamos materiales y los llevamos a donde mejor nos sirvan. Como hace María.

Cuando pienso en sus obras me imagino una merienda tipo Alicia en el País de las Maravillas pero en vez de la compañía de los inolvidables gato y huevo y sombrereros esta vez con símbolos patrios o regionales.
Es como que ya nunca nos desprendemos de eso que nos fueron inculcando mientras aprendíamos. Todo lo absorbimos. Y pocas veces tenemos tiempo para repensar que significa eso para nuestra sensibilidad. No sólo en términos conceptuales. Quiero decir, para nuestra sensibilidad.Porque es evidente que estamos muy afectados con todo eso.
Los símbolos patrios y esas imágenes que tan importantes fueron en nuestras infancias forman parte de cómo vemos, como nos relacionamos con el entorno, como reaccionamos frente a determinadas situaciones.
Estamos modelados con esas enseñanzas que siempre tuvieron su dimensión visual. María Luque investiga justamente en esa zona visual que tanto nos toca.
Los artistas, por supuesto y como ha sucedido siempre, son exploradores privilegiados de la visualidad del mundo.
Por eso, la gente que no se copa con el arte es como si tuviera un sentido menos.
Somos animales simbólicos.
Que bueno que tengamos a María Luque para que nos reconduzca por toda esta imaginación flotante, tan llena de faunas y floras.

miércoles, 9 de enero de 2008

Fuck off, histeria y ansiedad!!

El arte no corre detrás del tiempo. Ni le debe rendir cuentas. Es siempre el tiempo el que ingresa en el arte y le da una forma que por otra parte nunca es definitiva. Porque el tiempo también se juega sus propias revanchas.
Tu forma de vida queda plasmada en tu obra. Aunque esa jamás haya sido tu intención. Aunque lo hayas hecho todo para borrar esas marcas. La obra tiene impresa el ritmo de tu mirada. De tus pensamientos.
A veces se ponen de moda algunos estilos de vida. Entonces algunas obras comienzan a cotizarse más simbólica y económicamente. Y hay otras formas de vida, menos estrepitosas, que parecen quedar relegadas.
Le presto mucha atención a esas formas de ver el mundo que no necesitan ninguna ruptura. Que no se proponen forzar el ritmo del tiempo.
Son formas reposadas. Que construyen desde el “darse tiempo”. Que buscan los elementos justos.
Hay críticos y gente del medio que necesitan una confirmación del ruido del tiempo. Suele darme mucha risa cuando dicen “este joven artista avanza al paso de la época. Expone en discotecas, etc, etc”. Un artista no debe estar en ninguna movida. Por supuesto, esto le servirá para promocionarse. Pero no hace a lo importante.
Me conecto mucho con las formas apacibles. Que no parecen apuradas. Que son intensas en la mirada de su entorno. Que jamás especularían con señalar un entorno o una estética que les resultara ajena.
Por eso sigo con atención la obra de Julia Dorr. Es silenciosa. No necesita mostrarse en los flashes de la farándula del arte.

Soy tremendamente alérgica a las comidillas que aparecen en la página de farándula de las artes de la revista de La Nación. Me parece una vergüenza. Artistas jugando a la revista Caras. Horrible.
Julia tiene otra política. Está por fuera. Crea su espacio. Mira. Le da tiempo a su mirada. La espera. Ella es su propio árbitro. No necesita convertirse en alguien que no es. Podría salir en esos sociales espantosos y no la afectaría.
Todo lo contrario. Se espera. Y sabe que ese esperarse, ese tomarse su tiempo es parte de su obra. Que se nota. Que nos da paz. Que permite que descubramos otro tipo de sensibilidad.
Vivimos en una época muy ansiosa e histérica. Parece que hay mucha testosterona dando vueltas. Y está bueno. Me gusta. Pero también está bueno que le demos tiempo a sensaciones más reposadas y no por eso menos intensas.
La obra de Julia tiene algo de mística de jardín. De tomarse un té o unos mates mirando como crecen las plantas y proyectarse a lugares increíbles. Ojalá los historiadores del arte puedan observar este tipo de estar en el mundo y no estén corriendo detrás de especuladores que ilustran los reclamos sociales.
Como si éstos necesitaran estetizarse. Como si el reclamo social necesitara del arte.
Lo que hace Julia me da paz. Es toda una filosofía.
Es una pócima de lo más necesaria.

martes, 8 de enero de 2008

Cuando tu familia es la vanguardia de un mundo paralelo

Está rebueno, porque estás sacando fuera de su tiempo a un tipo de estética que ya los historiadores consideraban parte de su patrimonio. Algo parecido a lo que hace Max Gómez Canle. Emiliano López toma un espacio del pasado y lo recarga. Lo lleva a otra parte. ¿¿Vieron que existe una expresión que dice “con la música a otra parte”?? Bueno, Emiliano es de esos artistas de los que podemos decir “con la imagen a otra parte”.
Emiliano nos muestra un futuro paralelo. Es nuestro presente como podría haber sido. A veces vemos una película de ciencia ficción de los sesenta o setentas que transcurre en el año 2000 y es otro año 2000. Es el año 2000 que Emiliano toma como suyo.
Emiliano mezcla aspectos de las vanguardias geométricas de las décadas del 40 y 50 con imágenes de ciencia ficción retro. Y las actualiza al mismo tiempo.
Su obra es como una máquina del tiempo pero que no va ni de atrás para adelante ni de adelante para atrás. A diferencia de lo que sucede en películas como Volver al futuro, la obra de Emiliano nos teletransporta a presentes paralelos.
De repente somos nosotros, con la misma edad que tenemos, pero en un presente que no es el nuestro. Como si el mundo hubiera tomado otro de sus rumbos posibles.

Esa es una diferencia muy grande con los artistas de los 40 que toma de modelo. Mientras que éstos están desesperados pensando en el futuro, Emiliano se desliza a otros presentes alternativos.
Él elige formar parte de una familia de vanguardia, pero en un tiempo paralelo. Y así nos deja en claro que el mundo del arte atrasa, porque todos siguen pendientes de cuál es la última novedad que los acerca al futuro. Los presentes paralelos son incómodos y Emiliano lo sabe.
Mientras que muchos artistas jóvenes buscan todos los días en internet novedades de lo que sucede en las grandes bienales y galerías, Emiliano construye su propio mundo. Un mundo que no es para nada nostálgico. Todo lo contrario. Es un mundo pleno e imaginario.
A los críticos suelen gustarle los artistas que les sirven para ilustrar con ejemplos locales los movimientos que existen en los grandes centros artísticos.
A otros críticos, al revés, les interesan los artistas que son como un noticiero de lo que pasa en el país. Que ilustran las noticias políticas que salen en la tele.
Emiliano no se deja seducir con estas actitudes pobres. Crea su planeta, va desarrollando un presente que nos permite imaginarnos de qué otras formas podríamos estar viviendo.
Una de las mejores formas de tratar de entender nuestro presente es comparándolo con otros.

lunes, 7 de enero de 2008

Esmerate nada mas que en tu ritmo

¿¿Qué es lo excepcional?? Y también ¿¿un artista está obligado a hacer todo el tiempo cosas excepcionales?? Es importante saber qué es lo que se le pide a un artista. Un artista, ante todo, elige un modo de hacer las cosas. Por muchas razones. A veces, elige algo en lo que se sienta cómodo. Si tiene facilidad para el dibujo y para disponer cosas en el espacio, es obvio que utilizará esas facultades. A veces se propone ir en una dirección diferente, para aprender algo distinto, para incursionar en una parte suya que no conocía demasiado. Precisamente como todo artista va descubriendo su camino, no está bueno pedirle todo el tiempo que esté iluminado y a full.
Digo eso porque veo a muchos artistas que se preocupan más en parecer originales y geniales en cada minuto y por esto mismo descuidan su obra. Lo mejor que podrían dar de sí. Están más preocupados en cómo los ven los demás, en su performance social, que en su trabajo íntimo con su obra.
A mí a veces me pasa algo parecido. Me escriben y me critican mi decisión de escribir lo que se me pasa por la cabeza. Me dicen que tengo que ser más selectiva, etc. ¡¡Pero es que tener un blog es como hablar por teléfono!! Siempre hablamos con nuestros amigos sobre arte. Hay mil millones de maneras de hablar de arte. Y tener un blog es compartir eso.
No me interesa escribir notas como las que salen en los diarios y revistas. Los leo porque me da un poco de curiosidad, pero me aburren. En general, no me gusta nada de lo que se publica en los diarios y revistas. Todo muy acartonado. Antes me gustaba un poco ramona, pero ahora me parece más de lo mismo.
Por eso me parece importante encontrar otras formas de comunicación. No necesariamente nuevas, pero sí intensas, directas.

Los tiempos tienen mucho que ver. Cada cual elige sus tiempos de exposición. A mi me resulta fundamental que mi regularidad no sea mecánica. De hecho no lo soy ni siquiera en mis períodos. Hay semanas en las que necesito escribir más, otras en las que definitivamente me resulta saludable estar más guardada. El tema es que se piensa mucho en razón al espectáculo y a las empresas. Proponer un producto cada tanto tiempo para estar en el mercado.
Está bueno romper con eso. No dejarse llevar por las necesidades de un medio, sino ir imponiendo las propias de a poco.
Eso es lo que hace Mariano Giraud. Este miembro de Oligatega Numeric tiene una obra solista que responde con total profundidad a su psicología profunda. Tengo la impresión de que Mariano deja estacionar mucho las imágenes que lo conmueven. Las espera. Se espera a sí mismo. Bucea hasta lo más profundo de sí. Trata de explicarse por qué elige tal o cual. Y esa búsqueda intensa es una parte fundamental de su obra.
No necesita sorprendernos con algo que se supone que debe ser excepcional.
No está viendo lo que hacen los demás para resultar diferente. Nada que ver: se reconcentra en su sensibilidad. La lleva al límite.
Es lo que digo siempre: posiblemente los curadores tarden más en verte, por ahí tiene que pasar un rato hasta que te lleven a Nueva York, pero tu obra no necesita parecer original porque lo es.
Mariano parece distraerse mucho menos que los demás. Y no por eso divertirse menos. Todas cosas que no es difícil advertir en su obra.

viernes, 4 de enero de 2008

Un Photoshop humano ultrasensible con una divina corrección automática

¿¿Viste cuando el Word de Windows te corrige las palabras que escribiste sin que se lo pidas?? Generalmente es una molestia, porque nos cambia lo que quisimos escribir por la palabra menos pensada. Un amigo me decía la semana pasada que la mayoría de las veces esa función automática le poetizaba los textos, que usaba esa intromisión a su favor. Alguien que parece haber asimilado ese procedimiento es Santiago Iturralde. Santiago toma una imagen que puede ser cualquier imagen y le propone una variación. Es una mezcla entre esa función de corrección instantánea del Word y un Photoshop humano ultrasensible. Es un ojo pictórico que se atreve a todo. Con Santiago la palabra representación se resignifica. Porque cuando quiere es hiperrealista, cuando lo necesita absorbe el estilo que sea y lo resignifica.
Se habla mucho de las nuevas prácticas artísticas. Por mi parte pienso mucho en cómo la tecnología o las funciones de la tecnología son metabolizadas por la sensibilidad me muchos artistas que siguen investigando en formas tradicionales de hacer arte como la pintura o el dibujo.
Con Santiago me pasa algo que también me pasa con Adri Minolitti y con Lula Mari: voy descubriendo que hay algo en su práctica pictórica que se rediferencia de la de cualquier otra época. En cada caso por razones distintas.

En el caso de Santiago por ese muestrario impecable de estilos y por el repertorio gigantesco de imágenes que elige. Porque las imágenes que procesa no vienen del mundo del arte. Es al revés: él le aplica el mundo del arte al mundo.
Es como si existiera una gran máquina que se llamara arte y que cualquier cosa que le pongas sale retransformada. Esa es la paradoja: Santiago es al mismo tiempo el más contemporáneo y clásico de los artistas.
Conocés su obra y ya el Photoshop se convierte en otra cosa. En algo humanizado. A mí me pasó que después de conocer la obra de Santiago me empecé a llevar mejor con el Photoshop.
El mundo está ahí, repleto de cosas. Y los artistas también están ahí, dispuestos a hacer un montón de otras cosas con las cosas que estaban en el mundo. Los artistas clásicos representaban lo que veían. Los contemporáneos usan lo que ven. Santiago tiene un poco de uno y de lo otro. Por eso resulta tan singular.
Porque hay muchos pintores hiperrealistas que toman elementos de la cultura pop y trash como forma de ponerse al día. Pero Santiago, al revés, pone al día las cosas. Las transforma en arte. Es una especie de ready made pictórico.
Y uno de los artistas más interesantes del momento.

jueves, 3 de enero de 2008

Soy re 008. Re. Y vos también.

Vos tenés tu propio tiempo. No es nada fácil de sostenerlo, eso ya lo sabemos. Porque tu deseo y tu intuición chocan todo el tiempo con el deseo de los demás. Hay artistas que ceden una y otra vez al deseo de los otros. Siempre es bueno escuchar. Y es imprescindible saber cómo recibir lo que escuchamos. Todos necesitamos ser reconocidos. No sentirnos solos. Encontrar voces y gestos que puedan sostenernos. Esa es la línea delgada.
Hoy voy a escribir sobre la obra de Mariela Scafati. Porque Mariela es una artista que sigue su ritmo, que respeta su deseo en pleno diálogo con los demás.
Cada época tiene sus imágenes madres. Llamo imágenes madres a las que se reproducen como icono de un tiempo. Son esas imágenes que la gente de las redacciones de los diarios y revistas creen que deben publicar para dar cuenta de lo que sucede. Un medio publica una imagen, y los demás enseguida se copian porque no quieren ser menos.
Así, una imagen se convierte en icono de una época.
Claro que esa imagen no es cualquier imagen. Esa imagen siempre es relativamente conocida por la gente de un medio. Pero su suerte no obedece a otra cosa que a un capricho institucionalizado, que finalmente es el que determina que una imagen artística se transforme en un símbolo de época.
A mi me interesa más esa época que no coincide con el capricho institucionalizado. Me interesa como un artista sigue adelante con su propia convicción, que a veces puede nacer de un capricho. Pero es un capricho tan potente que mueve montañas. Un capricho a la Francis Alÿs.
Mariela es de esas artistas. Simplemente sigue. Es parte de su tiempo, no del tiempo de los medios. No del tiempo de los demás.

Después, en los libros, los tiempos toman otros rumbos. Estuve mirando viejos libros de arte. Que un artista se arrime a la imagen icono del capricho institucionalizado de la época no le asegura ningún sitial en los libros de historia del futuro.
Por eso lo mejor es escuchar siempre el propio deseo.
¿¿Qué es ser 008?? Estar atenta a lo que sucede. Simplemente eso. Porque cuando digo que hay que escuchar al propio deseo quiero decir también que no hay que poner tapones de cera en los oídos. Todo lo contrario.
Mariela para mí es un ejemplo de la artista que siempre está, que conoce perfectamente lo que sucede, que nunca deja de estar activa, pero que siempre hace lo que quiere.
Es una artista con una obra heterogénea a la que siempre le creemos.
Porque para mí un tiempo, ante todo, tiene que ser creíble.
Mi deseo es ser re008. Hacer lo que mis ganas me dicten con los ojos y los sentidos lo más alerta que pueda.
Sin dudas, cada uno de nosotros tiene un estilo de estar alerta.
El mejor instrumento para investigar el perfil visual de un tiempo.
Me encantan los artistas que nunca repiten lo que dicen los demás.
Los que dicen lo que les parece, aunque se equivoquen.
Gumier Maier es otro artista que escucha sólo su deseo.
Y ese es su tiempo.
Un tiempo muy diferente al nuestro.
Es una lástima que los suplementos de los diarios sean el instrumento que mayor atrasa.

miércoles, 2 de enero de 2008

Un misil enamorado y la ola

¡¡Bienvenido 2008!!
Imaginemos por un instante la ola. Una gran ola. Como la hiperfamosa de Katsushika Hokusai pero diez veces más grande. Hay artistas que se sueñan surfers: la ola es una fatalidad y el artista debe surfear sobre ella. Caerse lo menos posible. Hacer lo que sea para circular con potencia. Con elegancia.
La ola es el mundo del arte, pero también el tiempo. Porque cada época es un paisaje diferente. Y el paisaje-ola de enero de 2008 es diferente al de cualquier otro tiempo.
Otros artistas, en cambio, piensan la ola como ingenieros hidráulicos. Saben que la ola tiene su propia dinámica, pero están convencidos que, aunque sea mínimamente, pueden influir en ella. La ola no les es ajena. Ellos se saben ya parte de la ola. Por lo cual se llevan bien o mal con ella como cada uno de nosotros se lleva según los días bien o mal con uno mismo.
La distinción es muy importante. Porque nos indica cómo cada uno piensa al sistema.
Me encanta empezar los post del 2008 con Charlie Herrera. Porque es el chico polémico del momento. Divide aguas. Y lo seguirá haciendo, porque es nuestro ingeniero hidráulico del momento.
Charlie es un artista provocador y sumamente inteligente. Su obra es variada en sus materiales, pero se dirige como un misil enamorado a sus objetivos.
Ahora el lío comenzó porque es el nuevo director de los museos más importantes de Rosario. Una de las noticias más importantes del año pasado. Porque marca un hito: un artista de la generación doble cero se institucionaliza.
Ya conocíamos (aunque no en profundidad) sus proyectos de gestión, especialmente Marasca Trip. Incluso a muchos protagonistas de la generación doble cero les cuesta asimilar que una gestión puede ser una obra de arte.

Puede serlo o no. La discusión es fascinante, porque en el futuro sin dudas se rehablará sobre el tema. Lo que escucho todo el tiempo es lo siguiente: 1) ¿Es Charlie un títere de Farina? 2) ¿Usará su gestión para promocionarse?
Acá van mis impresiones: con Charlie de director, la gestión de Farina continuará su marcha, eso lo sabemos. Pero ¿no está rebueno? Hay gente que se olvida que Farina hizo la mejor o una de las mejores gestiones institucionales de los últimos años. A mí particularmente me entusiasma que Charlie pueda profundizar esta gestión. Que se suba a la ola de Hokusai y haga cosas desde ahí. Vayan mis mejores energías para que eso suceda.
Con respecto al segundo de los interrogantes, ¿le hará bien o mal la gestión a su obra? ¡¡Que bueno que un artista tome ese desafío!! Nos ayudará a pensar la gestión de otra manera.
Voy a ser mala, pero pienso en el Museo Nacional de Bellas Artes y veo momias. Los viejos dinosaurios de siempre. Ya sé que la imagen que tiene que dar el MNBA es otra, pero a mí me aburre. Mucho. Como espectadora me interesa poco. Prefiero ir a ver una película al cine.
Está bueno que podamos elegir. A mi particularmente, me interesa lo que pasará a orillas del río Paraná.
Charlie: mis mejores ondas para tu gestión. Ojalá puedas hacer gran parte de lo que tu temible cerebro está elucubrando.