miércoles, 28 de febrero de 2007

Punks & Arts: eso en mi cabeza

No solamente punk, ni siquiera únicamente rock, aunque hay mucho de eso, sino la música en nuestra libido. No digo que la música sea nuestra libido, pero sí que esta última está mezclada con sonidos. ¡¡Somos la generación de la libido musical!! Muchos de nuestros papás ya se copaban con varios grupos que a nosotros hoy nos gustan. El rock, en todas sus especies y subespecies, géneros y formas, ya es una cuestión que atraviesa a varias generaciones. Pero no era sobre eso que quería escribir, sino sobre como hacer arte está cada vez más cerca, es cada vez más parecido a pensar y sentir la música. Pienso, por ejemplo, que los Oligatega Numeric funcionan como una banda de rock. Y al revés, que los Hipnoflautas funcionan como un colectivo artístico. Además que cada vez más artistas propongan una temática rock, la praxis artística progresivamente, numéricamente también, es más y más cercana a la cultura rock. Creo que mientras las bandas mainstream tienen cada vez gestos más autómatas y su actitud suele ser muy previsible, y me refiero desde los Artics Monkeys hasta Jóvenes Pordioseros, en el terreno del arte contemporáneo cada vez existe más una forma de rockear súper experimental, como si la mejor búsqueda de la cultura rock se hubiera trasladado al arte. Y eso contagia otras generaciones y otros terrenos. Un referente potente y capo como Jacoby fue letrista de Virus. Diana Aisenberg tiene más actitud rockera que Cerati, aunque ella no se lo proponga. Fabián Burgos tiene un discurso tremendamente pop. Un crítico como Cippolini utiliza para escribir tantos ejemplos de cultura rock como de la historia del arte. Me da la impresión de que las frontera entre el rock y el arte atraviesan una mutación interesante y en cierto modo inédita, aunque este proceso lleve ya mucho tiempo. Y si pienso más tendría tantas evidencias que podría seguir escribiendo por horas.

martes, 27 de febrero de 2007

La abnegación de las estatuas

Estoy mirando por la ventana desde hace un rato largo. Súper colgada viendo la lluvia que no cesa, deteniéndome en los muchos grises que dibujan el cielo. Lo obvio sería pensar en Turner. O en Friedrich. O en las maquetas de Gordín. Pero no. Pienso en una representación de la lluvia. Porque la obra que más me gusta de Gastón Pérsico no es Heavy Mental, que es muy buena pero me parece precisamente muy mental, lo mental intentando su momento físico, sino su intervención en Jardines de Mayo, con esos rayos de neón atravesando a las estatuas vivientes. Hay algo sobrecogedor en esa imagen. Ya lo dije en un posteo anterior: me gustó mucho esa muestra, y de todas las instalaciones la única que puedo aislar mentalmente, que puedo recordarla como una unidad autosuficiente es la de Gastón. Es muy dramática. Tiesas personas, mudas, bajo descargas ininterrupidas de neón que caen de lo alto. Me encanta cuando Gastón se entrega a un desborde de los sentidos, aunque lo haga desde un punto-situación de control total: todos los chicos de esa muestra parecían tener todo absolutamente controlado, planificado, por más que lo hayan ido encontrando sobre la marcha. Pero la lluvia de neón de Gastón resguarda una tragedia que la supera. Cuando tenía 3 ó 4 años estuve en Atenas con mi abuela. Poco me acuerdo, pero he vuelto al lugar mentalmente una y otra vez. Y tengo una rara sensación, que no es griega, que por ahí viene de Piranesi, de arquitecturas y estatuas inmóviles, en pura vigilia a lo largo de los siglos y las adversidades climáticas. Sé que las estatuas vivientes dan para la risa, que hay quienes las detestan tanto como a los mimos, que no son cool. Pero a mí algo en ellas me emociona. Algo decadente, no se, no se. Gastón Pérsico dio con esta obra con una fibra que me conmociona, que me conecta con muchas sensaciones y obras clásicas que a su vez también me remiten a esas sensaciones. ¿Será algo que me pasa sólo a mí? Me encantaría saber qué les pasa a ustedes.

lunes, 26 de febrero de 2007

Sus padrinos deben ser Tom y Jerry

Me quedo pensando en esto: ingreso en otra dimensión leyendo viejas revistas de arte y recortes de diarios con más de diez años de antigüedad y encuentro textos sobre artistas-estrellas de la década pasada como Pombo y Harte en los cuales los críticos de entonces (veo muchas notas de esa época firmadas por Laura Batkis, Fabián Lebenglik, Julio Sánchez y Santiago García Navarro) utilizaban una y otra vez parámetros como “lo kitsch”, “parodia”, “cultura de masas”, “simulación”, etc. Pienso ahora ¿para quién escribían? Por ejemplo, hoy que quiero escribir sobre la obra de Nicanor Araoz ¿me servirían semejantes descriptores? ¿me son útiles ahora si mi deseo fuera analizar aquellas obras de los 90? Leo ayer en Radar de Página 12 una nota firmada por una tal María Moreno sobre un libro que acaba de publicarse sobre Pombo y parece escrita por mi mamá: la imagen de la tapa de encanta como me encantó la última muestra de Pombo en Ruth Benzacar, pero tengo miedo que los estudios de este libro sean un plomo absoluto. Y atención: me gusta leer sobre arte y me interesan los textos complicados, que me hagan pensar y me disparen hacia libros que no conocía. Pero no me engancho con una forma tremendamente arcaica de acercarse a obras contemporáneas, a medir todo con una regla universitaria que me habla solamente de esas viejas herramientas teóricas y no de la obra.
Vuelvo a Nicanor: su obra, desde muchos puntos de vista, es de lo más políticamente incorrecta. Animales taxidermizados, en situaciones propias de cualquier dibujo animado. Miren la foto: ¿no sintetizan toda la estética de los más clásicos dibujos animados que forman parte de nuestro cerebro desde incluso antes de nuestro nacimiento? Si la obra de otro artista fundamental del 2000 como Martín Legón reconstruye formalmente encontrándole nuevos sentidos a una estética de historieta de los cuarenta-cincuenta-sesenta, la obra de Nicanor no cita directamente ni sus propias vivencias como lo hacían los artistas del noventa, ni a la historia del arte, ni a los recursos académicos, sino que investiga las zonas profundas de una fantasía que está en lo más hondo de nuestro inconsciente. La obra de Nicanor es a la vez trágica, bestial y feliz, directa, la puede entender mi primito de cuatro años y puede arrancarle una mueca de admiración, horror y diversión, todo mezclado, a mi abuela. Utiliza materiales múltiples, ya que resulta escultórica pero también funcionaría como fotografía. ¿Qué podría escribir sobre una obra así un crítico solemne como Daniel Molina, que en su momento no hizo más que criticar a jóvenes próceres como Bianchi y Estol? Me da la impresión que algo está cambiando. Que un artista tan valioso como Nicanor Araoz es dueño de canales de llegada al espectador que poco se parecen a los que promocionaban aquellas viejas notas críticas de los 90. Que es un arte de otra generación, para otro tipo de sensibilidad. Y eso no puede dejar de ser bueno.

sábado, 24 de febrero de 2007

Fer

Sí, ya lo sé: a veces pensar las décadas como un universo de sentido cerrado sólo confunde las cosas y hasta les quita brillo. Pero en esta oportunidad me sirve, porque me lleva a otros interrogantes: Fernanda Laguna ¿es una artista de los 90 ó del 2000? El tema es curioso, porque yo creo que Fernanda se fue transformando, lo mismo que Belleza y Felicidad, y por esto ella es justamente el nexo entre las dos décadas, a la vez que cataliza mucho de lo más intenso de una y otra. Y esto se debe, seguramente a que Fernanda jamás dejó de apostar, de confiar en su intuición, y abrir más y más puertas mientras otros contemporáneos a sus inicios se cerraban sobre sí mismos como unidades autosuficientes. Porque si hay algo que Fernanda no es, precisamente, es dogmática. Las cosas no le han sido fáciles: Belleza y Felicidad y su propia obra se fueron sobreponiendo y superando momentos muy difíciles, muchos deseos ajenos que la iban tironeando hacia aquí y hacia allá. Hay quienes aún prefieren al extremo candor de la Fernanda de los 90. Otros se identifican más con la Fernanda 2000, la que señaló los caminos tan exitosos de Eloísa Cartonera, de Periférica, de las ediciones independientes, de los espacios de arte multifuncionales, la productora-curadora de muestras apasionantes como Jardines de Mayo y el Contemporáneo del Malba, La performer desaforada, la poeta soñadora, la mamá de Ramón, la galerista que prefiere terminar con una actividad que no la apasiona para volver a inventarse. Fernanda ha sido muchas Fernadas sin dejar de ser ella misma: se la ha tildado de estetizar la pobreza, de naif y de tantas cosas. Sin embargo, ella sigue y sigue y sigue y sigue. Ha cosechado tantos admiradores y seguidores como detractores, pero como dice el lugar común, jamás le fue indiferente a nadie. Por supuesto, soy de las primeras: Belleza y Felicidad es mi secundaria, estará siempre atesorada a la edad de los descubrimientos, al deslumbramiento del arte, del estímulo de poder ser yo misma más allá de los miedos, a arriesgarme a cruzar la frontera, a enamorarme de lo desconocido, a atreverme a escribir, a intentar tocar un instrumento y gritar de placer y dolor hasta reconstruirme, a leer cosas locas, a vencer los prejuicios de todo lo que me fascinaba y molestaba por partes iguales de un arte antes incomprensible y que hoy es mi alimento cotidiano. Fernanda es una parte de todos nosotros. Una parte muy importante. Y lo mejor de todo: es una parte nuestra que aún seguimos descubriendo con fascinación. Fernanda: contamos con vos.

viernes, 23 de febrero de 2007

El maestro de Neurus

Mírenlo bien: están observando una fotografía de uno de los más sacados y talentosos artistas argentinos. Antes de haber visto una obra de este alucinante artista de los 90, experimenté esa sensación volcánica que significa haber leído uno de sus textos. En Lux Lindner todo adquiere otro peso y otro signo: las palabras se transforman en dispositivos de una máquina del Laboratorio de Dexter entremezclada con una carta de navegación de su adorado Ezequiel Martínez Estrada. Es que Lux puede ser críptico, pero siempre es demasiado lúcido y divertido, ácido y cándido en partes iguales. Mi amigo Bubi me dijo alguna vez que sus dibujos-pinturas le encantaban, tan llenas de aparatos, figuras alegóricas y horizontes prolijamente desmelenados, pero que al mismo tiempo algo se le perdía siempre: toda la obra de Lux parece sobrevolar claves históricas, filosóficas, políticas y estéticas que se nos escapan de a ratos. Le interesa ser explícito, pero de otra forma. Me gusta que sea tan contemporáneo, tan actual, con armas tan clásicas: Lindner es un dibujante que apenas se aleja de la bidimensionalidad, que poco se aparta de la elaboración de un estilo que viene desarrollando desde hace por lo menos quince años. Es un constructor de mundos que deconstruyen a éste en el que habitamos transformándolo en un organismo alienígena y cotidiano en partes iguales. Mientras observamos que muchos de su generación ya comienzan a construir su propio museo lleno de espejos, con una obra que tempranamente se quiere clásica, Lindner es siempre novedoso sin apartarse de los materiales de siempre. El reciente ganador del Premio Klemm de la Academia, el autor de una de las muestras más intensas del año pasado en la galería Braga Menéndez, sigue fabricando dispositivos tecnológico-artísticos de un futuro no muy lejano que a veces se parece a este presente.

jueves, 22 de febrero de 2007

La fina paranoia de un cerebro scrabble

Hay un mundo muy distinto al nuestro escondido en nuestra percepción inmediata de las cosas. Un instante en el que estamos viendo lo mismo de siempre y de repente acontece un giro y estamos en otro lado, en que acontece un traslado fabuloso en nuestra misma cotidianeidad y el mundo en que habitamos sigue siendo el mismo pero ya no lo sentimos así, sabemos que además es otra cosa.
Es un sentimiento muy profundo y antiguo, en que las formas de la costumbre se arremolinan y ya nada nos parece un refugio, sino una trampa. Ese es el delirio de la inquietud que nos promueven algunas instalaciones que parecen duplicar lo inmediato y en realidad nos señalan lo extraño que puede resultar el ámbito en el que nos movemos. Con la obra de Eduardo Navarro me sucede eso: al contrario de la de un Diego Bianchi, que nos arroja al caos último de las cosas adentrándose más y más allá en una morfología (un formalismo) exquisito en el que no hay desorden sino una nueva disposición, o el de Noelia Yagmourian en el que la geometría parece haber salido de paseo una vez más, Navarro nos parte la cabeza haciéndonos dudar de todo. Y es que cada obra de Navarro para mí convierte mi sensibilidad en la pantalla de Matrix: después de haber sido tocada por su estética, entro a una oficina cualquiera y me pregunto “¿qué clase de decorado es éste? ¿quién me está filmando? ¿es realmente mi vida algo similar a la del Truman Show, aquella película de Peter Weir con Jim Carey?”. Para colmo, la obra a la que me refiero, es decir, su parte en Jardines de Mayo, la megamuestra de Fernanda Laguna donde muchas instalaciones producían un paisaje, se proponía como una pieza más del rompecabezas. Fue muy fuerte para mí, sentí que habían convertido mi cerebro en un scrabble. Tuve que agacharme, entrar a esa habitación, experimentar el vacío que a su vez estaba muy poblado. No sé: hay sensaciones que alimentan mi paranoia de vivir en una ficción. ¿Esto es lo que nos quería transmitir Eduardo? La verdad, no tengo idea, pero igual le estoy muy agradecida. Algo me giró.

miércoles, 21 de febrero de 2007

Historia de la Vida No Oficial del Arte Argentino

Según afirman varias crónicas, durante la década pasada Bruzzone, coleccionista y juez, registró en video cientos de horas de backstages, vernisages, artistas trabajando en sus talleres, eventos, etc. En los ochentas y los noventas el video era un modo privilegiado de producción. Ya hacia fines de la década pasada y durante la actual, internet fue ganando terreno a pasos agigantados, incluso asimilando otros formatos como el video mismo (pienso en el éxito de You Tube, sin ir mas lejos). Los historiadores y los críticos registran y analizan las obras y su relación con la figura que cada artista realiza de sí, pero no dejamos de tener la impresión de que hay algo que se pierde. Por eso, la videoteca de Gustavo Bruzzone es tan importante: a partir de ella puede reconstruirse una dimensión de época diferente. Internet, decía, abrió a otro tipo de registro, y los fotologs se nos presentan hoy como archivos con otra dinámica y estética. El mejor en arte argentino contemporáneo, para mí, es el de la divina Yanina Szalkowicz, que está realizando una tarea imprescindible. Para chusmear en su universo, ingresen por acá. Al modo de los académicos librazos franceses editados por Taurus, todo lo que antes no se podía ver de las otras vidas del arte, esta vez tenemos el privilegio de husmear en tiempo real.
Voyeurs del arte, allí estaremos!!

martes, 20 de febrero de 2007

Políticas del aprendizaje diamantino

Cada época tiene sus personas-faro: son aquellas que miramos todo el tiempo, que nos señalan los mejores elementos para seguir adelante en lo nuestro. No es el lugar del ídolo, sino algo bastante mejor, porque se trata de subjetividades que no exigen idolatría, todo lo contrario: entablan un diálogo muy fecundo, un feedback, son los grandes compañeros de ruta. Daisy Diamantina acaba de inaugurar su sitio. No se lo pierdan. Para visitarlo hagan click aquí.
Está buenísimo.
Lo más copado de Diana es que expande sus fronteras siendo muy generosa: su diccionario capta el pensamiento de todo el mundo del arte, es una suerte de radar que almacena todos los discursos que van ampliandose mas y mas a medida que se alimentan unos de otros. Algo parecido podríamos decir de sus videos: no tuve oportunidad de verlos, pero por lo que me comentaron iluminan zonas difíciles con una ternura absoluta, sin perder jamás esa zona potente que nos resulta tan necesaria. Diana nos demuestra que todos los formatos pueden ser un camino válido cuando tenemos algo urgente que decir.

lunes, 19 de febrero de 2007

Unos Bambis a los saltos

El año pasado, ArteBA nos trajo muchas (y muy buenas) sorpresas. Por ejemplo, las chicas de la foto, esas artistas cordobesas que irrumpieron en la escena como una banda de rock: Pequeño Bambi. Una y otra vez leemos o escuchamos hablar, ponderar o censurar la forma de vida rock, refiriéndose casi siempre a la convulsionada cotidianeidad de las estrellas rockers y otros músicos afines. Me pareció genial que estas chicas mezclaran los campos: no sabemos si son artistas visuales que simulan una vida de rockstars o si por el contrario don dos rockstars ingresando en el mundo del arte. O por ahí las dos cosas. Me alucinó oirlas y verlas tocar, vestidas como peluches y saltando y gritando. ¿Cómo las catalogaría un crítico? ¿Cómo una obra conceptual? ¿Cómo una obra performática? ¿Sonora? Pero ¿a quién le importan las clasificaciones? ¿Y si estas chicas son una crítica feroz a Camino a la fama? Estos sentidos no son los más interesantes. Por lo menos, a mí me interesa lo que me transmite una obra, y esta me transmitió una energía buenísima, mucha diversión, y la libertad de no quemarme tanto la cabeza eligiendo entre las artes visuales y el rock, si lo que importa, cada día estoy más segura, es crear, hacer obra, escribir y pensar sin ningun mandato sobre los formatos o géneros que nos interesan. Esto tiene de sano esta época: antes, en la época de mis viejos y más hacia atrás, tenías que elegir si ser música o pintar. Ahora, podés sumergirte en todo al mismo tiempo y, la verdad, está lindísimo.

viernes, 16 de febrero de 2007

El Jardín de los Sueños no sólo queda en tu cabeza

Uno de mis sueños para un futuro un poco lejano, ya que por ahora quiero dedicarme a otras cosas menos sutiles, sería tener una casa donde pueda mostrar y compartir la obra de los artistas que me gustan. Quisiera poder tener un living amplio, iluminado y con muchas plantas, con macetas y flores perfumándolo todo. Un lugar como el que tengo en mente, sería el sitio indicado para agasajar a mis amigos y conocer y hacerme de nuevos amigos. Por supuesto, también para que todos nos conozcamos entre todos, aunque como sugiere Berenice, todos terminamos por conocernos en nuestro pequeño mundo del arte. Sin embargo, existe en Buenos Aires un lugar que está muy cerquita de mis afectos y que sirve como modelo de mi deseo, que se llama El Jardín Oculto (Palestina 742, 1º 3º, Almagro, Buenos Aires). Está buenísimo: está pensado para sentirnos como en casa. Ahí podés ver una muestra simplemente con girar sobre vos misma. Toda la belleza está al alcance de tu mano. Tiendo a pensar, aunque sé que se trata más de una expresión de deseo que de otra cosa, que en un futuro demasiado próximo todo el mundo del arte será así: una interminable sucesión de piezas de amigos. Sería genial que cada uno de nosotros pudiera tener una colección conformada por obras de amigos y amigos de amigos y así. El arte sería lo que me gustaría que sea: un instrumento de interconexión mucho más cálido que un gran museo o una galería convencional, por más moderno que este sea. Por lo mismo, está buenísimo tocar timbre en una casa y experimentar la sensación de que no estás entrando en un bazar de obras de arte, ni a una escuela donde te van a bajar línea sobre que es lo importante, sino que estás ingresando en la cotidianeidad de gente que te hace acordar demasiado a vos misma, aunque nunca antes los hayas visto. Qué genial que ya exista un espacio así, aquí y ahora. Si nunca fuiste ¡no te lo pierdas!

Por hoy ya escribí demasiado. Me voy a ensayar. ¡Ayer compusimos 7 temas!
Nos espera un fin de semana a puro lovepunk.

¡Aguante el Decorativismo Monumental!

Sergio Avello es un artista terriblemente múltiple. Para darles un ejemplo, si leemos su currículum nos enteramos de que es y fue un infatigable hombre-pulpo, de muchos tentáculos creativos: pintor minimalista, Dj y productor de música electrónica, eximio montajista de muestras de arte, productor de fiestas alocadas y chico de la noche. Alguien que incluso cuando reposa vive varias vidas, lo que se dice dueño de una subjetividad bastante expandida y siempre curiosa, insaciable.
A fines de la década del ‘80, según me enteré por uno de sus catálogos, Sergio se aventuró en un campo por demás inédito para entonces: se definió a si mismo como un joven exponente del arte decorativo argentino, mucho antes de que estallara esa polémica tan citada y para nosotros tan vieja del arte light. Ahora nos adentra en una nueva etapa de su estética que multiplica y a la vez sintetiza todas las anteriores: inauguró hace un tiempo, en la entrada del Malba, una obra increíble, un vúmetro hecho de luces titulado "Volumen", que captura los sonidos de la ciudad y los transforma en luces. La obra minimal y lumínica se convierte en un instrumento de precisión. Una vez más cito a Cippo, que hace dos días me escribió: “con esta obra, queda más que subrayado que el decorativismo intimista cultivado por Sergio durante años (que posiblemente llegó a su clímax máximo en la Semana Avello de Dabbah-Torrejón y en su retrospectiva en el Fondo Nacional de las Artes) fue desplazándose hacia un decorativismo monumental, como su bandera en la última edición de estudio abierto y ahora este menhir luminoso e interactivo”. Parece ser que Avello quería realizar una gran rave y que un vúmetro similar sirviera de iluminación urbana. La semana pasada estuvimos gritando desaforadamente con mi amiga Luba en la puerta del Malba, intentando que se encendiera la última hilera de luces de esta obra inolvidable. ¡Y lo logramos! ¡Ja! Me quedaron ganas de seguir gritando como loca.
Vayan y hagan la prueba . ¡Realmente está buenísimo!. Una terapia tan salvaje como reconfortante.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Tecnologías de Cupido (la imagen del mes)

Esta imagen es todo un manifiesto: si Roberto Jacoby antes que nadie utilizó las estéticas y el poder de seducción de la imagen publicitaria para reflexionar sobre ella misma y sus contenidos (acuerdense del afiche en el que alertaba sobre los usos del Che Guevara como ícono adolescente) así como sobre el poder expansivo de las marcas en Fabulous Nobodies, que se adelantó en muchos años al pensamiento No Logode Naomi Klein , esta vez se propone a sí mismo y al beauty Syd Saga Babur como vehículos del amor. Atención, nada hay de banal en esta imagen: Roberto vuelve a transformar su cuerpo en emblema (ya lo hizo muchas veces, como con el desnudo playero que invocaba en los noventas al espíritu de los sesentas o sus presentaciones como clown desaforado o su cabeza de calabaza) pero esta vez utilizando un arquetipo tan potente como La Piedad, obra que Miguel Angel realizó cuando tenía 23 años, en 1498. Y para sumar más complejidad y fascinación a su propuesta, en la que se propone como un cristo entregado al amor mientras es sostenido por un Syd-Virgen, suma a la imagen una leyenda en inglés, el latín de nuestro tiempo, que pregunta a Sócrates sobre su incomprensibilidad: y es que el amor eternamente resulta incomprensible para aquellos que no se entregan a su delirio.
Con mi amiga Luba hablábamos la semana pasada de lo necesario que resultaba un BED IN , aquella cama del amor de John y Yoko en nuestros días. Y acá la vemos, mucho más culta, divertida y saludablemente no hippie.

martes, 13 de febrero de 2007

Nekkrumpilandienses for ever

Existen otras posibilidades, distintos caminos que amalgaman la sensibilidad, la potencia, el glamour, la diversión, el riesgo. Pienso en la increíble obra de estos dos muchachos: el infatigable Nekkro y el multifacético Dani Umpi. Dos héroes de este nuevo milenio. Ambos, cada uno, es poseedor de una obra única, multidimensional, delicada y a la vez potente. Ambos escriben, componen, Dani también es autor de una obra visual exquisita. Ninguno para de moverse, de ir y venir, mientras nosotros vamos husmeando en sus huellas. Son parte fundamental de la banda de sonido de nuestra década. Divinos.

lunes, 12 de febrero de 2007

El misterio alrededor

La obra de Juliana Iriart posee varias direcciones simultáneas que la vuelven muy interesante e intensa. Por un lado, su constante eclecticismo formal: Juliana pinta, realiza acciones como la de la foto donde la ciudad es parte de su materia contenedora, dibuja, construye objetos como los que presentó con Luciana Lamothe en la primera edición de Periférica y que resultaban súper inquietantes, así como instalaciones donde lo extrictamente formal se hunde en lo misterioso. Y es que Juliana fuerza los dos polos: su obra es exquisitamente formal sin hacer de esto un manierismo y al mismo tiempo es enigmática sin que esto sea una pose, sino todo lo contrario: una forma de poetizar por ausencia los discursos que rodean e invaden cada obra.

domingo, 11 de febrero de 2007

Con implacabilidad de radar

Si bien el evento en sí me pareció desagradable (¿qué puede tener de interesante que artistas se peguen, por más que sea un juego o una representación?) la actitud de Jorge Porcel o Pochi en la última edición de Periférica me pareció notable. Todavía no tomamos conciencia de la capacidad de observación y de análisis que posee. Enmascarada muchas veces en su estilo divertido y zumbón (con sus interminables caligrafías en pequeñas libretitas) Porchi es un personaje clave de esta década. Sin dudas, debe ser el más informado: está por todas partes y no existe vez que no tenga una opinión sobre lo que sucede. No pude ver su muestra en Arcimboldo, pero estoy segura que pronto volverá a la carga. En un tiempo tenía una especie de duo con Diego Melero, que era realmente algo desopilante y digno de atención. Porchi es, sin dudas, el mejor cronista de esta generación: deberíamos juntar firmas para que todas las semanas pudiera escribir una columna en algún diario de gran tirada. Nos informaría mejor que nadie.

viernes, 9 de febrero de 2007

Mrs. Low Profile is The Future

¿Cómo será la artista del futuro? O mejor: ¿en qué síntomas advertimos a la artista del futuro hoy? Yo doy mi apuesta: Julia Sanchez de Hipnoflautas es el modelo de chica que las nuevas generaciones deberían tomar como referente. La chica no para: es la mayor productora del Festival del Video Bastardo, un evento maravilloso: los que estuvimos en algunas de sus ediciones lo sabemos. Ante todo Julia (foto)reinventa todo el tiempo los medios de producción: heredera de aquel fai da te de la resistencia anarquista italiana de los ochentas y noventas (que a su vez provenía del "hazlo tu mismo" punk) ella lo dice todo con los medios de los que se dispone. Nos enseña que la sofisticación de la tecnología (que ella no busca, todo lo contrario) está en el uso de los elementos que tenemos, en cómo nos organizamos y jamás en las ofertas del mercado. Julia jamás espera que alguien venga a darle una oportunidad: ahí está, haciéndolo mientras todos deliberamos no sabemos qué. Es una de nuestras mejores artistas, de las más talentosas y menos ruidosas. Con su banda, Hipnoflautas, esta multiheroína llegada del litoral es la vanguardia sin que los grandes medios, siempre despistados, se hayan dado cuenta. Para ser más vanguardia que ella sólo me resta fundar su club de fans y así decirle al mundo cuál es mi pensamiento político. Impresionante Julia: por favor, no pares.

jueves, 8 de febrero de 2007

Elegancia Siglo XXI: rediseñar el manga, sobrevolar el diseño

Si existe un artista joven elegante en Buenos Aires (aunque deberíamos decir el el mundo, porque estamos hablando de alguien con mucho mundo) este es Carlos Huffmann. ¿Y en qué advertimos su elegancia? En su economía inteligente, en sugerir mucho con recursos simples y contundentes. Carlos interviene revistas, siempre dibuja y pinta. Las revistas que interviene pueden ser lujosas e incluso caras y exclusivas, pero como soporte son débiles, es decir, no se trata de un lienzo, ni siquiera de una pared (estos últimos años se volvió una moda dibujar directamente sobre la pared, en una suerte de neo-muralismo). Carlos utiliza elementos de la cultura de masas especializada, de publicaciones de información específica, ampliando sus sentidos con elementos mágicos e incluso tradicionales (el fantástico dragón pintado sobre el auto de diseño). Porque de eso se trata: a un diseño industrial le opone un trazo artesanal.
Otra forma de leer, con el pincel o el lápiz en la mano. Lo mismo sucedía con sus cosmogonías con dibujos manga: las pude ver únicamente en fotos, pero me impresionó que parecían borradores, apuntes para una saga. Carlos Huffmann es un artista muy intenso: no hay más que recordar su muestra en Rosa Chancho. Me dio escalofríos: hay que saber meterse con la matanza de animales, aunque sea por accidente. No deja de ser incirsionar en la muerte. ahora que lo pienso, la obra de Orilo Blandini para Rosa Chancho también trataba sobre esto, pero aún de forma más directa. Chicos intensos. Para refutar a los miopes que califican de banal sin tener idea de por qué.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Bon Appetite! o el dilema del ornamento

La discusión de ayer fue "¿existe una estética Appetite?". En poco más de un año, este nuevo espacio de arte construyó con coherencia y solidez un espetro heterogéneo de propuestas en la escena jóven de Buenos Aires. La charla, por supuesto, se derivó hacia subtemas como "¿es Daniela Luna el común denominador o el eje de esta estética?". Del modo que sea, Daniela con su actitud estableció un modelo distinto de marchand. Le escribí a Cippo comentándole sobre esta charla y me retrucó: "si de apetito hablamos ¿mejor no deberíamos ponernos un poco más dieciochescos y hablar de un gusto appetite?" Una vez más, el tema fue derivándose hacia otros terrenos. ¿Cómo debe haber sido vivir los noventa en Buenos Aires y convivido en esa guerra del gusto? Cippo me dice que tal gusto no fue más que una política y que hoy en día esa postura no tiene ya sentido, y que si hablamos de un "gusto appetite" este debería entenderse de forma ornamental. No entiendo mucho qué quiso decirme con esto, pero me parece interesante. Al fin de cuentas, sobre Appetite todo está aún por decirse. Porque sin dudas, y si suena pomposo mejor,Appetite es uno de los nombres con los que podemos denominar al futuro del arte argentino. ¡Salud!

martes, 6 de febrero de 2007

La chica del volcán propio

Todas las obras que vi de Florencia Rodríguez Giles (foto) me sacudieron de distintas formas, pero finalmente la sensación que me embargó en cada una de esas oportunidades fue muy intensa. Me acuerdo de su cuarto en la muestra en el telo de Palermo, a la que mentalmente retitulé: "Hairmonster room". Abrías la puerta de un cuarto de hotel alojamiento y encontrabas una gran presencia peluda sobre una cama, todo en penumbras. Antes había visto su sesión espiritista en Proa, todas esas señoras finiseculares con la cara aplastada sobre la mesa de conexión con el más allá. A esa obra-instalación la retitulé "de cara al otro cielo" (ya ven, son proclive a repensar de inmediato los posibles sentidos de aquello que me impacta). Por último, el volcán en Estudio Abierto me deslumbró: para colmo, yo venía de leer la novela y el cuento de Malcom Lowry y no pude sino remontarme a esa lectura, que por otra parte es una versión de la comedia dantesca, por lo cual todo quedaba en familia.Florencia, como Yamandú, nos entrega sensaciones físicas, para las cuales la vivencia de la distancia es fundamental. Como escribió Octavio Paz en un ensayo muy recordado, tenemos la inmensa impresión de ser mirados por eso que miramos. Tuve ese monstruo de pelos, la sensación de cara aplastada y la intimidación del volcán muy dentro mío durante bastante tiempo después de haberlas visto. Ahí donde una de sus maestras, Nicola Costantino, resulta visceral, Florencia apela a la contundencia de la fábula. Es sumamente literaria en el mejor de los sentidos: en ella conviven (sin que necesariamente lo busque) Julio Verne, Lovecraft, Dante, Susan Sontag, Jules Lafforgue, Supervielle, Madama Blabavsky, Jean Rhis y muchos otros. Ella es nuestra Angela Carter (novelista que adoro): una chica decidida que no teme cruzar los portales más intensos.

lunes, 5 de febrero de 2007

Niñas de puro contagio ¡exigimos muchas más!

Una siempre está al encuentro de la niña en suspenso. Eso no suele ser ni bueno ni malo: sucede así, eso es todo. Pero qué bueno cuando una se está quieta y las niñas simplemente llegan, silenciosas y rodeadas de ese misterio que enamora otros misterios.
No importa ya si son niñas buenas o malas, hermosas o silenciosas: sólo me calma saber que ellas tienen en sí lo que necesitamos y ninguna otra cosa.
Hace rato que tenía ganas de escribir sobre las niñas multicolor de Diana Aisenberg, esas chicas caleidoscopio que descubren mundos de color en ellas mismas y lo contagian a todo el universo.
Diana es la incitadora de las niñas esponja, que todo lo absorben y todo lo dan. Son las niñas que jamás se fueron y sin embargo vuelven. Hay algo mágico en eso.
¿Son niñas arquetipo? ¿niñas soñadas? ¿niñas musicales? ¿niñas perfume? No tengo idea cuántas variantes de niñas son las que Diana nos deja. A esta altura tampoco me importa. Hay un libro que me recomendó un amigo (mayor): El álbum sistemático de la infancia, de Scherer y Hocquengheim. Comienza con una advertencia: “Atención: la infancia se está infantilizando cada vez más”. Qué grosso que Diana no traiga excusas, ni se rinda a las evidencias.
Nosotras conocemos el secreto.
Que ni siquiera es un secreto.

sábado, 3 de febrero de 2007

Belleza y Fisicidad


Yamandú Rodríguez es lo más. Algunos amigos me critican porque dicen que escribo maravillas sobre todos. Por supuesto, soy de las que responden flaubertianamente: escribo sobre mis gustos antes que sobre mis disgustos. De Yamandú me atrae su fisgoneo programático, su búsqueda en las zonas más reprimidas de todas las chicas: Yam proporciona el empujoncito mínimo para que despleguemos nuestras fantasías temidas; él es un atomizador de represiones. Lo mismo sucede con Daniela Luna, sobre quien escribiré más adelante. Me acuerdo de un reportaje en el que Pángaro decía: somos lo que parecemos, y yo agrego: debemos parecernos quienes no intentamos ser. Si Silvina Ocampo escribía sobre sus decepciones, ya que éstas la arrojaban a mundos jamás previstos, Yamandú improvisa mundos que todo el tiempo están a punto de no existir: sin dudas muchas de esas chicas no se hubieran animado a dar el salto y mostrarse sin que nuestro artista las hubiera estimulado. Eso es: Yamandú es un constructor de estímulos. ¿Escucharon a Loquero, su banda? Es impresionantemente estimulante. Ya ven: este muchacho nos lleva del pogo mental al no mental sin perder ni un mínimo de gracia y fisicidad.
Como si fuera poco, tiene sitio. Clickeá y te lo vas a encontrar. [Sitio de Yamandú]