martes, 24 de febrero de 2009

Dark, re dark


Un amigo me decía ayer: “al final, Macri ganó de forma aplastante.
El arte está remacrista.
Una galerista top se hizo funcionaria del macrismo, dirige a todos los museos, la curadora que ideó el plan de cultura macrista con Liprandi ahora es directora de la Bienal del Mercosur y metió ahí a todo su equipo,
ARTEBA giró del todo hacia el macrismo con Limite Sud,
el Malba tiene como curador general al otro ideólogo de la propuesta de Liprandi.
Éste sigue como coleccionista renombrado
y los artistas políticos no dicen nada porque todos tienen sus becas o subsidios con fundaciones capitalistas”.
No sé. Por ahí es resimplista y a mucha gente no la conozco bien y no puedo opinar bien.
Pero ¿¿no es un poco dark lo que pasa??
Como que todos fueron cayendo tarde o temprano en las telarañas
del gobierno porteño.
Está bueno estar afuera, mirar, dar vueltas.
Tener la suerte de estar en otro mundo, en otro lado.
Desconfío bastante, no me gusta Macri.
No me gusta lo que genera.
Empecé a ver arte en el 2002, cuando todo parecía en llamas.
Ahora me parece y ojalá me equivoque
volvió a ser todo un poco como el la época final del menemismo.
¿¿qué hay que hacer??
Por lo menos, cuidar nuestra ingenuidad y no regalársela.

jueves, 19 de febrero de 2009

Lo que vos ves. Y nada más.

El relato está siempre. Ahí.
Vos lo tenés que atrapar para que la imagen calce justo.
¿¿No es una estupidez??
¿¿Por qué no reescribir el relato??
Marisa Rossini deja que hagas lo que quieras.
O no lo que quieras, pero te deja hacer.
Nos deja hacer.


No se trata de una imagen cualquiera para que subjetivices.
Una obra no es necesariamente un espejo.
Que te reconozcas en ella no quiere decir que la obra sea eso.
Una obra siempre dice algo, más allá de lo que su autor y vos quieran.
Lo va a decir de todas formas, por más que ustedes se enojen.
Una obra siempre dice más y menos de lo que esperás que diga.
Esto puede parecer rebásico, pero todavía cuesta.
No sólo a mí. Cuesta en general.
"A mí me parece" es casi lo mismo que "leí un libro que dice".


"Quise decir". ¿¿Qué importa??
Lo cierto es que la obra dijo.
Dice.
Dirá.
Volverá a decir.
Una vez.
Otra vez.
Vos corrés hacia la obra.
Pero ella sigue quieta en su lugar.
Lo que dice el artista es siempre otra cosa.
También lo que decís vos.

lunes, 16 de febrero de 2009

Presente congelado en otra dimensión

Entiendo lo difícil que es exponer para muchos artistas.
Tenés la obra en tu taller y es tuya, tuya, tuya.
La cuidás, la protegés. Ves como crece.
Hasta sentís como se ubica en tu espacio.
Pero llega el momento en que la tenés que ofrecer a los demás.
¡¡¡Qué vertigoooooooooooooooooo!!!


La obra sigue siendo tuya pero ahora está ahí para todos.
Y recibe las miradas de todos.
Los comentarios de todos.
Es como una actriz que sale a escena.
Todos la observan. Más, menos.
La miden, la comparan, cuchichean.
No vi nunca estas obras de Guada Aguiar Masuelli en vivo, pero me transmiten eso.
Cuando miden a una obra nuestra nos están midiendo a nosotros.
Por más que tengamos una distancia con nuestra obra
¿¿no es fuerte cuando escuchás las cosas que se dicen de ella??
¿¿No es un poco como si hablaran de nosotros??


Cada artista ajusta esa distancia como puede.
La que va de la obra a él.
A veces pesa mucho.
Una amiga me decía: "¿¿Por qué van a tener que pegarle tanto a una obra mía si en realidad no me quieren a mí??"
La obra no somos nosotros pero somos nosotros.
Es como una parte nuestra, alguien que fuimos, alguien que todavía somos, pero en el pasado.
O es otro presente que queda congelado para siempre.
Y vive de otra forma.
Estando ahí está en otra parte.
Como una nave de reconocimiento que va a un planeta desconocido y nos envía mensajes.

jueves, 12 de febrero de 2009

Flasheo groso con vos y tu zona estallada


Esta chica es lo más.
Lo más de lo más.
Hasta hace unos meses no sabía quién era.
¡¡Y no entiendo como no la conocía!!
Todo empezó en el último Currículum Cero.
La obra premiada me gustó.
Pero el video de Pan duro me intrigó mucho, mucho.
No sabía si me gustaba. Si estaba bueno o es que yo
en ese momento estaba necesitando eso.
Ese límite. El de dos chicas que se mandan a copar
una zona que no se sabe bien qué es.
Una cosa es Adrián Villar Rojas o Cecilia Biaggini
exhibiendo otra zona de creación. Por eso, cuando
los escuchamos o vemos sus obras musicales
no podemos dejar de remitirnos a sus otras obras
no musicales.
Pero con estas chicas pasaba algo especial,
¡¡son re border!!
Y especialmente este tipo de border me alucina.
Me pasó al revés. A partir de ese video
empecé a investigar en otras obras.
Lo que hace Belén Romero Gunset está rebueno.
Pero rebueno.
Voy a hacer una comparación rara, pero para explicarme
mejor.
Estuve estudiando la transformación de la imagen en Fernanda
Laguna. Las primeras obras de Fernanda, las de los 90,
son muy esmeradas. Contenidas.
En esta década empezó a hacer las cosas de otro modo.
A confiar más en su energía y a lanzarse.
A lanzar obras que son puras señales de vida.
En música, Charly García hizo algo parecido.
El Sr. Say No More
empezó a mediados de los 90 a desarticular su sonido
y tocar así una esencia que es como la experiencia límite
de Bataille. Tanto Fernanda como Charly
eran reprolijos y extraían su potencia de esa contención.
Y en un momento esa contención explotó y salió lo que
salió.
Pero Belén ¡¡ya nació con esa explosión!!
Es un nuevo tipo de artista.
Estoy copadísima y volveré a escribir sobre ella.

sábado, 7 de febrero de 2009

Y también con lo que imaginamos que vivimos


Es esa sensación de sueño. O de déjà vu.
O de una película que viste hace mucho y recordás partes.
La forma de pintar tiene mucho de eso.
Es una forma de transmitir. De sensibilidad hacia los materiales.
Esto me pasa con estas pinturas de Constanza Alberione.
Me colocan en otro plano, en un lugar diferente.
¿¿Es una fotografía de los '80 que vi en una revista de mi tía??
¿¿Es una Grace Jones inventada??
No sé. Tampoco importa.
La imagen siempre tiene una dimensión en los recuerdos.
Cuando era muy chica mi tia me llevó al cine a ver una película
de James Bond en la que trabajaba Grace Jones y hacía de mala.
Al final explotaba con una bomba.
Todos esos recuerdos me dan vueltas cuando veo estas pinturas.
Esas referencias son muy personales, pero me sirven cuando miro.
Miramos con todo lo que vivimos.
Y con lo que imaginamos que vivimos también.
Las sensaciones nuevas se alimentan de sensaciones viejas.
Son como cardúmenes que se comen unos a otros.
Sin las sensaciones viejas no gozaríamos tanto de las nuevas.
No es acumulación.
Es mutua estimulación.


¿¿Este es Max Cachimba??
Sólo lo vi en fotos. Parece, porque la pintura se llama Max.
ESo es lo que me gusta de una pintora como Constanza.
Poner juntos a Grace Jones y Max Cachimba.
El humor tierno dadá y el glamour de los ochentas.
Energías muy diferentes que confluyen.
Un artista maneja esas energías.
Va mezclando, sumando, separando, reuniendo.
Nosotros que miramos, también tenemos energías.
Repotentes.
Y está bueno.
Somos como una usina que alimenta desde las miradas.
Desde la sensibilidad que ponemos en el acto.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Lo viste antes que yo


¿¿Qué podemos ver?? ¿¿Cómo vemos?? ¿¿Qué es lo que vemos??
Me pasa eso con Matías Duville. Cada vez que veo una de sus obras, me quedo mucho tiempo tratando de entender
cómo hace para ver lo que ve.
Están en su imaginación,
esas catástrofes, ese mundo inestable.
Un planeta en el que puede pasar cualquier cosa
pero seguro que eso que se avecina no es muy bueno.
Estamos a merced. Vivimos en un entorno
en el que todo puede transformarse.
Me gusta esto de una obra,
que sea pura sensación,
que no necesitemos leer lo que se escribió en
un paper en Noruega para que nos mueva.
Es dibujo y no es académico
es virtuoso pero no en el sentido tradicional
sino en todos los otros
que nosotros debemos averiguar.
Tiene esa forma de dibujar
tan paisajística
con un trazo firme, pequeñas líneas nerviosas.
Vemos eso que parece
un apocalipsis en la naturaleza
y nos cambia el estado de ánimo.
No es que asusta
sino que nos sumerge en todos esos indicios
que nos rodean y somos incapaces de ver.
Una metáfora perfecta para el arte:
sólo lo vemos
cuando está adelante de nuestra narices.

lunes, 2 de febrero de 2009

Quiero sentirme un documental


Quiero sentirme un documental.
Un fragmento de naturaleza en una película.
¿¿Cómo será??
Ser una historia natural, incontaminada
de sentidos, simbolismos y tantas otras cosas.
Como esta foto de Mario Caporali.
Vi sus obras en internet, y me coparon.
Leí que su película mental es internarse
en la sensación del documentalista.
Es una forma de que me narres
como si fuera vegetal,
ahí, tan inmediato
pero también como en un sueño.
En una época, Pablo Suárez
decía que pintaba lo que le resultaba familiar.
Unas macetas, una ventana.
Oscar Bony pintaba cielos.
(Estuve estudiando lo que hacían los artistas
de los sesentas en los sententas. También
tengo mis momentos Alta Fidelidad).
Pero ellos pintaban con el tono de una carta
dirigida a un amigo.
Y yo me quiero sentir más Caporali,
más como parte de un documental.
Está bueno, porque el documental no es
el registro de un crítico.
Es un tono que quiere parecer neutro
y sin embargo nos regala un mundo.
Este mundo.
El mío,
el tuyo,
y el que está en el medio.