lunes, 24 de marzo de 2008

Las preguntas de la mano y la belleza seca


De todas las formas posibles de indagar prefiero la que utiliza Leticia El Halli Obeid. Ella no discursea, sino que se pregunta haciendo. Es un tipo de pregunta física, donde las palabras ocupan otro lugar. En sus videos nadie habla de la escritura, sino que la mano escribe. Las preguntas están como bordadas en la imagen. La imagen es acto. No metaforiza, sino que hace. Los videos de Leticia me entrometen en un mundo raro. Porque todo se va fundiendo en uno. Me pasa siempre lo mismo, me da la impresión de que en la acción está todo, no se le puede agregar nada. Y la acción no es sólo lo que sucede en la pantalla. La acción son tus ojos. Porque Leticia provoca no a las palabras que rondan en tu cerebro, sino a tus ojos de una manera seca. La belleza visual de sus videos es eso: una belleza que no hace concesiones, que jamás estará maquillada.
No vi sus instalaciones. Me las perdí, o no me enteré o no la conocía entonces. Pero por lo que intuyo y sé forman parte del mismo movimiento.
En una época de artistas con glamour evidente Leticia emana un glamour discreto, producto de otra elocuencia que no se encuentra en una catarata de conceptos sino en el sutil despliegue de los conceptos justos.
Ni de más ni de menos.
Vuelvo con los post de la mano de Leticia porque descubro que quiero escribir de la misma forma que ella hace obra.
Con una mirada muy parecida.
Claro, la mirada de ella es única. Pero nos la transmite con tanta fuerza que nos invaden las ganas de acercarnos al mundo como ella lo hace.
Descubriéndolo en cada gesto.
Sin dar nada por supuesto.

martes, 11 de marzo de 2008

Y más también


Una vez Flavia Da Rin me escribió, hace mucho:
Diana, muchos días, es más joven que yo. Pero siempre
es mas sabia”.
¿¿En qué consiste la sabiduría de Diana??
No pretendo contestar esa pregunta, que es redifícil.
Pero si puedo decir lo que me parece:
Diana tiene un corazón inmenso.
Diana es Artemisa, la diosa cazadora.
Es la luna. Es la hermana gemela de Apolo:
la sabiduría por la pasión.
Diana es fuego.
Diana es el bosque de Amelia Biagioni.
Diana conoce todas las mutaciones de Marosa Di Giorgio.
Diana es nuestra guía.
Y lo que es maravilloso: no es un ser mitológico.
Es de carne y hueso.
Que genial poder estar al lado tuyo, escucharte hablar.
(Por un momento me miraste como si me conocieras
de toda la vida).
Y por ahí es así.
En lo que va del año, Diana nos ofrenda con dos muestras.
(Ella, la cazadora de la belleza, nos ofrenda a nosotros).
Dos exhibiciones que sin dudas guardaremos para siempre
en nuestras pupilas y en los afectos mas profundos.
Pero bueno,
Diana es mucho más que todo esto.
Y más también.

lunes, 10 de marzo de 2008

El arte está donde estás vos

Parece un slogan de Coca-Cola. ¿¿Y qué??
Cuando descubrí esta obra de Laura Scotti me flasheó. Acababa de leer un libro de Felix Guattari, una serie de ensayos reunidos con el título de Caósmosis. Y así se llama esta serie de Laura. Y lo que me alucinó es que no me remitió a la obra del pensador francés, aunque haya sido éste el disparador de la obra. No. Lo que me gustó es que recordé la pileta del patio de mi abuela.
Nunca me di cuenta de que esa pileta estaba en mi memoria. Y que guardaba el secreto de sus formas. Que esa pileta transmitía una energía particular.
El mundo está lleno de objetos. Y cada uno de ellos es mucho más que un bien utilitario. Los objetos nos modifican sin que lo advirtamos.
Nuestra casa, las casas en las que vivimos y crecimos son ecosistemas sensibles. Es claro que un chico que crece en un pequeño departamento de barrio norte tiene una relación sensorial diferente a la de otro que vive en una gigantesca casaquinta de Parque Leloir. No es lo mismo si crecimos rodeados de animales y plantas a si lo hicimos en un balcón donde todas las mañanas nos saludaba el vértigo de un doceavo piso.
Crecemos en sensibilidades diferentes, en intimidades diferentes con los objetos y reflexionamos muy poco sobre esto.

Cuando somos niños no elegimos el lugar donde crecemos. Simplemente estamos ahí.
La obra de Laura, esta mirada atenta y minuciosa de Caósmosis me llevó a recorrer mentalmente, aunque debería decir sensiblemente, los sitios donde crecí.
Y me di cuenta de que al arte lo hacemos nosotros. Lo hace nuestra sensibilidad. No se trata de una metáfora, porque no es una cosa en lugar de otra. No. Es una manera de ver. Ya no interesa tanto la representación, sino el despertar de los sentidos. El arte es esa droga que despierta los sentidos y nos da una visión diferente del mundo.
De nuestro mundo, del que conocemos.
Volvamos a recorrer las casas que vivimos con la memoria. Detengámonos en los detalles mínimos. En las baldosas, en los azulejos, en las canillas, en las cortinas, en las sillas, en los dibujos de las alfombras, en la luz de la tarde, en las macetas, en las mesas vistas desde abajo, en los cielorrasos, en los bordes de los escalones, en ese caos armónico que vamos absorbiendo todo el tiempo sin saberlo.
Recorramos todo. Sintámoslo.
Y veamos qué hacemos con eso.
Gracias Laura por lo que me hiciste sentir.

sábado, 8 de marzo de 2008

Sobre todo soy yo, lo que me parece que no es poco


No iba a hablar de esto. No me parecía interesante.
Pero, bueno, finalmente voy a tener que hablar. ¿¿Hablar o escribir??
Más bien esto segundo.
Hace unos meses (el tiempo pasa demasiado rápido para todos) estaba en Belleza y Felicidad y escuché la siguiente conversación entre dos chicos (los dos muy lindos): Uno pregunta “¿¿Vos leés Mao y Lenin??”, y el otro le contesta “No, pero una vez vi la fotito y me gusta. Está buena”.
Era gracioso porque un tiempo antes yo había publicado este post que poco a poco fui descubriendo que repocos leyeron.
Cada vez recibo mas visitas en el blog, pero cada vez me doy más cuenta que, salvo un grupo de lectores fieles que tengo la suerte que me lean incondicionalmente (y que hasta a veces me manden mails preciosos) la gran mayoría de las visitas son los mismos artistas que se googlean y así llegan a lo que escribo.
Ojo, no critico esto, nada que ver. Al contrario, me encanta. No hay nada mas lindo que alguien te escriba y te diga: “que bueno lo que escribiste sobre mi; me siento muy identificado o identificada”.
¿¿A quién no le haría sentir bien un comentario así??
Escribo porque necesito escribir. Cuando no necesito no publico post. Me guardo el cuaderno con lo que escribí o directamente no escribo.

Iba a escribir sobre la muestra que curaron Guillermo Faivovich y Javier Villa y posiblemente lo haga pronto. Me parece una muestra muy interesante, que muestra facetas por ahí no tan conocidas de los expuestos. Necesitaba tiempo para mí. Pero leí el último post del Cippodromo hace un rato y me salió escribir esto.
Soy como Rimbaud pero al revés. Porque Yo no es otro. Yo soy yo, y quería decirles eso. No se coman mas la cabeza pensando porque no van a encontrar ninguna otra cosa.
Me imagino a los chicos que les contaba, a los del diálogo en Belleza y Felicidad diciendo “¿¿esta es Mao y Lenin?? En la fotito parecía mas linda”.
O mas interesante. O como quieran.
Me sale así y así seguiré.
Me encanta lo que escribió Rafael Cippolini, pero nunca pensé en Pynchon. A decir verdad, todavía no lo leí. Una vez intenté leerlo y dejé el libro en las primeras páginas.
Lo mío es mas simple.
Prefiero que sea así y eso es todo.
Al menos por ahora, Después veremos.
Se los digo otra vez: me encanta que estén ahí.
Y más aún que me entiendan.
Otra cosa no me sale decirles.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Cuando Mónica descubrió al enigmático animal-tubo


La sola elección de una imagen la resignifica. Cuando un artista se apodera de una imagen esa imagen ingresa en otro mundo. Es como un meteorito atrapado por una órbita diferente. Los artistas y los que amamos el arte nos alimentamos de imágenes. Y lo genial de las imágenes es que lo dicen todo sin texto. Disparan muchos sentidos diferentes. Por eso cuando una imagen ingresa en la órbita de un artista ya se transforma en algo diferente.
Mónica Heller me escribe que esta foto no es suya, que simplemente la encontró. ¿¿La habrá encontrado en el ciberespacio?? Posiblemente.
Pero para nosotros este es el animal alucinatorio de Mónica. Es raro.
Porque ¿¿qué hace ese tubo en su cabeza?? ¿¿Qué hacía este animal en ese jardín?? Ese tipo de fascinación es el que nos ofrece el arte. El mundo puede ser un jardín repleto de sorpresas.
No siempre tenemos el mismo estado receptivo. El ánimo nos hace variar la percepción y sentimos todo de una forma diferente.
Por eso quería referirme a esta pequeña reunión: lo encontrado (la imagen del animal-tubo) y el ánimo perceptivo con el que recibimos la imagen.
No es un texto. Es una sensación. El animal que se transforma en un cíclope. Que está obligado a ver por ese telescopio sin aumento. ¿¿Es un juego, una tortura?? No lo sabemos. Adoro cuando los artistas hacen esto: quitan la explicación. Me copa que los artistas no expliquen. Que quiten algo y que transformen todo.
Así que lo encontrado sirve para extraer algo (su explicación). Sentido no es explicación. Son cosas muy distintas. Esta imagen tiene sentido pero no conocemos su explicación.
Los artistas que explican son aburridísimos. En realidad está rebueno cuando nos proponen un misterio. No algo esotérico, no. Algo sin explicación, como esta imagen.
Mónica: muchas gracias.

martes, 4 de marzo de 2008

Mundos Mamushka de Flavia en Kentucky y la epifanía de Mónica


Somos un mundo dentro de otros tantos mundos. Así funciona el universo. Nunca me quedó demasiado claro si el universo está pensado desde cómo nos pensamos previamente a nosotros mismos, o sea como organizamos la visión de nuestro mundo. O al revés, luego de observar mucho todo lo que nos rodea, posiblemente construimos un mapa que después nos sirvió para pensarnos como mundos. Me encanta cuando los artistas se saltean toda explicación previa y tratan de entender todo con su visión sensible. Por supuesto, es otra manera de entender el funcionamiento de todas las cosas.
Esta foto literalmente me alucina. Me la mandó Flavia Da Rin. Es una imagen de una serie de intervenciones suyas en Kentucky. Y digo que me alucina porque veo lo que ustedes ven y no hay que explicar mucho más. Es como un juego de cajas chinas. Porque el mundo de Flavia, el mundo tal como lo ve Flavia, es parte del paisaje. De un paisaje que también aparece, pero distinto, en la imagen que se reproduce en el cartel. Kentucky vio a Flavia como un paisaje urbano, pero esto se debía a que Flavia fue construyendo una mirada intensa sobre otros paisajes urbanos. A esto me refería con mundos como mamushkas.La figura de “mundo”, con todo lo que representa o significa, es fundamental para el arte. Por eso, insisto, esta obra de Flavia me dispara en ese trance. Un artista crea un mundo que luego estará dentro de un mundo más grande conviviendo con otros mundos.
Dicen que esto se llama epifanía. Cuando entendemos de manera súbita algo que estaba delante nuestro pero no terminábamos de cerrar el sentido. A Mónica Heller le sucedió algo parecido, por eso escribió: “el otro día al escuchar las palabras Nikita Nippone entendí el chiste. Seguro que muchas veces no entendí el chiste pero tampoco me di cuenta. Ayer leí algo maravilloso que derribo un montón de prejuicios y fue realmente luminoso. Una carta escrita por Fernanda Laguna que generosamente Anita en su blog la compartió con muchos que silenciosos y a veces no tanto leemos su blog.”
Adoro a estas chicas. Fíjense qué trío: Flavia, Mónica y Fernanda. Hay muchas formas de entender el mundo. La que más me interesa, ustedes lo saben de sobra, es el conocimiento por la sensibilidad a la que nos invitan los sentidos. Yo tuve mi perfecto juego de cajas chinas. Estas tres chicas me enseñaron mucho y me siguen enseñando cómo intensificar esta maravilla constante del espectáculo de vivir en este planeta.

No sé cómo será vivir en otros. Por lo pronto éste me vuela la cabeza.
Para mañana prometo terminar un post sobre el animal tubo de Mónica Heller.
¡Otra epifanía más!

lunes, 3 de marzo de 2008

Reencontrados en el espacio


Ya lo sabemos bien: hay cosas que nada mas que el arte puede hacer. En el mundo de los intelectuales, salvo raras excepciones, está remal visto decir “yo siento tal cosa”. Te tachan de cursi. Vos podés decir “pienso que”. Eso sí. Pero decir “siento que tal cosa es así” es para la mayoría como una ingenuidad imperdonable.
En el arte no. ¡¡Qué gran ventaja!! Podés decir “esto es lo que siento y hago tal cosa en consecuencia” y está todo bien. Esa es una gran ventaja del arte con respecto a otras formas de hacer cultura (aunque no sé muy bien qué quiere decir hacer cultura).
Sentir el espacio. No sé si es lo que le pasa a Christian Román. Pero en las obras suyas que pude ver (Christian es cordobés y no expone seguido en Buenos Aires) como espectadora pude sentir el espacio. Porque a mí como espectadora me parece muy importante pensar, pero mas sentir. Eso es lo que me diferencia con la gran mayoría de la gente que escribe de arte. Para mi pensar es fundamental pero me gustan los pensamientos sensibles. Y ustedes ya saben que lo que mas me interesa del arte es su capacidad para experimentar sentimientos y sentidos nuevos en todas las cosas. Sentimientos en el sentido y sentidos en el sentimiento.
Christian me enseña qué se puede hacer con el espacio. Sus obras (las que yo pude ver) son como vestidos en el espacio. Vestidos no para los seres humanos, sino para el espacio como presencia.
Un diseñador de modas que tiene como modelos a distintos espacios.
¿¿Qué es lo que siento?? Vértigo, paz. Las dos cosas al mismo tiempo. Son obras que me parece que ya las hubiera visto y que, despojadas de la necesidad de lo novedoso, me proponen algo más profundo. Es lo que me pasó cuando visité muchas antiguas iglesias en Europa. Son algo tradicional pero te transmiten algo que está más allá de lo novedoso de un tiempo. Te conectan con otra cosa.
Esta es mi sensación con las instalaciones de Christian.
Son un vestido espacial que jamás pasa de moda.