martes, 25 de septiembre de 2007

Ciencia emotiva por autoinvestigación

A veces es el torrente, no poder parar, seguir y seguir, no dejar de escribir. Si me observo tranquila estoy segura que siempre es un estado emocional el que dispara todo. Para otros por ahí es una percepción, son los sentidos los que mandan, para otros diferentes por ahí es una idea, un flujo que los atraviesa. Pero en mí comienza con una emoción que no sé explicar. No hace falta que sea una emoción enorme: a veces es casi imperceptible, pero algo me pasa. Entonces corro a buscar el cuaderno y comienzo a investigar. Todo lo que escribí en Mao Y Lenin, en este blog, es una forma de tratar de entender qué me pasa. Es el arte el que más estados me provoca. Muchísimos. Y mientras suceden voy acumulando experiencias. Una atrás de otra. Porque para tratar de entenderme avanzo desde todos los lados: trato de sentir como los demás, trato de imaginarme las emociones de los otros, incluso cuando son muy distintas a las mías.
Necesito compartir esa búsqueda, ese pensar por qué algo me emociona como me emociona. Después viene todo lo otro: viene el discurso, la sensación, la idea, etc, etc. Pero antes está la emoción, gigantesca o chiquitita.
Estos días estoy escribiendo poco. Me escriben los amigos y me dicen ¿¿qué pasa?? Y yo les cuento: Mao y Lenin es una necesidad, una necesidad muy fuerte, pero nunca una obligación. El día que sienta que estoy obligada a hacerlo, que el blog no me sirve para investigarme, lo dejaré de hacer.
Por el momento eso parece muy lejano. Pero es cierto que hay semanas y meses en los que me pasan menos cosas y otras en que me atropellan millones. Me imagino que como a todo el mundo. Escribo cuando tengo que escribir. Hoy lo hago por una genia, una artista dos años más grande que yo a quien no conocía. Se llama Celeste Sánchez Vendramini. Fue por recomendación de mi amiga Gloria, que me pasó las imágenes y que me pasó un texto que encontró en internet. Tengo muchas ganas de ver en vivo y en directo la obra de Celeste. Lo que leí me pareció rebueno. Celeste es una científica emocional. Viene de una familia de científicos, igual que una poeta de Bahía Blanca que me parece lo más y que se llama Lucía Bianco. De Lucía tengo que conseguir los libros: leí una nota en Diario de Poesía y otra en Plebella y me quedé con ganas de más. El resto fue internet, adónde conseguí información y poesía. Tanto Lucía como Celeste provienen, según leo, de familias de científicos investigadores. Las dos tienen casi la misma edad. Las dos se criaron viendo como sus papás trabajaban en procesos científicos. Todo eso las influyó. Ellas parecen no tener separado lo racional de lo emocional, o sí, pero uno y otro se relacionan con una intensidad y con unas vueltas que son diferentes a las nuestras. La obra que más me gustó de Lucía se llama “Exploraciones por fuera del cantero”. La de Celeste “Sensisometría”. Me reidentifico con estas chicas. La verdad es que no sé si ellas investigan su emoción con una racionalidad estética o van indagando las posibilidades del arte desde una emoción que nace de lo racional científico. Es un cruce muy frágil y por eso mismo tremendamente poderoso. Si no se conocen deberían conocerse, hacer cosas juntas. Me provocan por momentos emociones muy parecidas. Por supuesto, son diferentes. Por empezar, Celeste es cordobesa. No sé qué quiere decir esto, pero algo debe querer decir.
Me pone muy contenta estar hoy escribiendo sobre ellas.

Genia uno y genia dos.
Dos formas de hacer ciencia desde la emoción.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Por un escepticismo cándido

A veces creo que caímos en una gran trampa. La trampa de la especificidad monstruosa. Todo empezó porque este último tiempo me repetí sin parar: “ponete a estudiar, ¡¡tenés tanto que aprender!!”. Así que puse manos a la obra.
Fue una experiencia rarísima, porque a medida que me internaba más y más en libros de teoría me fui poniendo histérica. Sí. No hay texto sobre arte contemporáneo que no se refiera a la “institución arte”. Todos los textos que leí, de una forma u otra proponían formas para relacionarse con la institución arte. Entonces fue que me empecé a preguntar, insistentemente ¿¿y no existe el arte por fuera de la institución arte?? ¿¿Por qué el arte tiene que institucionalizarse?? ¿¿Por qué le tenemos que hacer tanto caso a los museos, a los profesores, a los historiadores, a los curadores, a los críticos y a los artistas?? Sí, también a los artistas. ¿¿Por qué lo que digan los demás artistas debe ser una ley para nosotros?? Cuanto más avanzaba veía que el arte siempre tiene que definirse. Tiene que explicarse. Alguien tiene que explicarlo. ¡¡Y esto es un gran problema!!
Propongo una actitud política de resistencia: el escepticismo cándido. Me gusta pensar en un escéptico candoroso. Un escéptico de las instituciones. Alguien que no esté deseoso todo el tiempo de la legitimación ajena. Porque siento que muchas veces cambiamos una figura por otra: desconfiamos de los críticos e historiadores y creemos en artistas que son más autoritarios que los primeros, aunque esto no sea muy evidente al principio. Me parece peligroso que haya artistas que necesiten escudarse detrás de instituciones, por más libres que estas parezcan al principio. El escéptico cándido será por definición anti-institucional. Para pensar en el escéptico cándido pensé mucho en la más grande escéptica cándida: Fer Laguna. Porque Belleza y Felicidad es una gran obra, una obra inmensa y transitable, todo lo contrario a una institución. Cuando hace una obra a Fer no le interesa nada por fuera de lo que siente. Duda todo el tiempo, avanza alternando entre el arrojo y la parálisis, pero no se detiene ni un minuto a pensar qué está adentro o afuera de la institución arte.
En un tiempo en que los artistas cada vez se mimetizan más con los funcionarios, que hablan su jerga, que se autodenominan operadores culturales, que hacen bandas que parecen mafias, Fer simplemente hace lo que siente. ¿¿No tenemos que entender el gesto de abandonar la galería como una forma de anti-institucionalización??
Y esto no le impide trabajar con instituciones, todo lo contrario. No necesita mimetizarse con ellas para exponer en un museo.
Las instituciones deberían ser como Belleza y Felicidad. Belleza no legitima nada, sólo hace, muestra. Busca otras formas.
El escepticismo cándido es por definición anarquista, no necesita fundar nada, simplemente hace lo que tiene que hacer. No necesita presentarse como la nueva moda ni estar al día con lo que la institución arte dictamina. Precisamente es escéptico con esto y le responde con candidez.
Es una forma de cuidarse de las imposiciones. Vengan de museos, críticos, historiadores, periodistas, curadores o de otros artistas.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Tan fuera de lugar

Sucede lo increíble en un espacio muy chico. En serio muy chico. Si lo bueno venía en frascos chicos lo desconcertante también. Por ahí “desconcertante” puede significar “fuera de concierto”. Me gusta eso. Es lo que sucede con las pinturas de Ana Chabrillón. Me encanta de ella que es una artista fuera de época. Me gusta cuando un artista no se deja ganar por la histeria del soporte y puede hacer lo suyo plácidamente. ¡¡Es tan saludable!! Tanto como una instalación extrema que espante a los más conservadores. Los cuadros están pasados de moda que ya no pasan de moda: están fuera de cualquier moda. Las obras de Ana son ilustraciones fuera de contexto. Me gusta también eso: no tiene la pretensión de la gran pintura, de superar a Tiziano o Picasso. Todo lo contrario: hace que lo maravilloso surja de un espacio muy chico. Son pequeños y divinos cuadritos. Ana los realiza reminuciosamente. Están en las antípodas del trash. Yo soy refan del trash, pero me cansa cuando se convierte en una fórmula. Hoy hay muchos artistas fórmula. Por eso es bueno encontrarnos con una producción como la de Ana.

De Ana a Ana: me pasa algo muy especial con lo que hacés. Es como de repente descubrir algo fuera de lugar. Tus obras son esas obras que ningún curador llevaría a una bienal internacional porque no dan con el target. Ningún curador te llevará a la Bienal de Venecia, Porto Alegre, Sao Paulo o Kassel. Ni siquiera a la Bienal del Fin del Mundo. Olvidate. No pasará. No podrán verte. No sabrán verte. Y eso no hace que tus obras no sean tan buenas como las que ellos eligen. Es una cuestión de formato. De personalidad. De saber venderse en un espacio. Tengo una especial predilección por los artistas como vos. Que hacen su obra en un espacio cultivado fuera de la locura del mainstream. Que impacta por su delicadeza. Que está verdaderamente fuera de lugar, lo cual refuerza su preciosismo. El tema es que los curadores internacionales tienen que competir con otros curadores internacionales ¿¿viste?? Y por eso se retrucan con formatos espectaculares. A veces su espectacularidad pasa por lo anacrónico, por lo poco artístico. Por el querer estar al día en todo momento. En conciliar su tarea con la de todas las instituciones que auspician y financian.
¡¡Por suerte pasan tantas cosas por todos lados!! Hoy por hoy lo más interesante no está en las bienales ni en las curadurías internacionales. ¡¡No!! Está en encontrarse artistas como vos.

Ojalá los curadores y críticos aprendieran a ver artistas como Ana. Lo que llamamos arte sería más rico. ¿¿Ustedes se imaginan a una artista como Ana en el Malba?? Yo no. Hay que ser demasiado histórico o demasiado trendy. Y no me parece nada mal, porque finalmente el Malba es un museo privado y pueden exhibir lo que quieran. Pero obras de este tipo no ingresan ni por suerte en el MAMbA.
Es una lástima, pero las instituciones retrasan: a los artistas, al arte y a ellas mismas.
Ana: me gusta mucho tu obra.
Me hace bien.

martes, 11 de septiembre de 2007

Galaxias susurradas

Es como lo ves. Sólo eso. Cómo te situás frente a tu obra, a la de los demás. A vos. Y como vas siguiendo esos pasos. Como si fuera una película entre las manos: un fotograma, después de otro y después de otro. Vas viendo el movimiento en su lentitud. Lo que importa es el ojo: nos estás enseñando cómo ves el mundo. Estas pinturas son de María Allemand. Una lección de cómo mirar el mundo: desde qué ángulo. Es el detalle, sobrio, congelado, pero que lo dice todo. Que lo sugiere todo.
Las pinturas de María cuentas historias. Todas ellas. Son el susurro exacto de la historia. Las escuchamos como una leve caricia. No son historias simples.
Todo está dicho en el ángulo, en la distancia. En el pliegue.
Me encantaría poder escribir de la misma forma en que María pinta. Encontrar el lugar exacto desde donde decir.
Su técnica es reesmerada. Una chica minuciosa, que lo observa todo. “Dios habita en los detalles” dijo alguien (no me acuerdo quien). Eso no lo sé, pero los detalles de María son geniales. Son galaxias. Susurradas.
Toda época tiene una tendencia dominante. Un grupo de imágenes que se impone. En este sentido las pinturas de María están en otro plano.
Ni se oponen ni quieren ser una alternativa al enorme grupo de imágenes que arman los contornos de estos años. Si mirada es clásica, y desde esa elección nos dice un montón. María es una chica clásica. Lo que tiene de interesante el clasicismo es que siempre debe reactualizarse. Cada vez que aparece tiene que justificar su irrupción. Ser clásico es una forma de pintar y de estar en el mundo.
Hay un pensamiento clásico, un ojo clásico. En la forma de reactualización reside la singularidad de María.
Sus imágenes me transmiten una paz increíble, a la vez que un suspenso. Son como puntos suspensivos.
Es lo que me dejan en este momento sus obras: una continuidad fabulosa entre paz y suspenso. Es como si se superpusieran y avanzaran juntas.
En una extraña armonía.
Me gusta cuando la pintura transmite una sensación. Como aquella vieja canción que dice “una mano fría sobre la espalda tibia”.
Cuando una pintura se propone atravesar una sensación ya me interesa. La propuesta me interesa. No hay nada más ni nada menos que eso. Ser el soporte de una sensación.
Llevar esas sensaciones al límite me emociona.
Nos obliga a recomponernos como espectadores.
A recibir sensaciones. A hacer algo con ellas.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Viví la modificación

Hola!!
Desde que suprimí los comentarios Mao y Lenin dio un vuelco. Antes había un tráfico de opiniones enorme. Ahora recibo mails en una cantidad muchísimo menor pero todos ellos son atesorables. En uno muy lindo que recibí ayer Gustavo me decía “Lo que mas me gusta de tu blog es la escritura, la forma en que decís las cosas. Y tu curiosidad por obras bastante diferentes”.
No sé muy bien cómo es, nunca escribí en medios, diarios o revistas, pero por lo que tengo entendido no puede escribirse de cualquier manera. Lo que más me divierte de hacer este blog es la libertad. Libertad total para no tener que modificar lo que me pasa con lo que veo, con lo que vivo, con lo que siento. No me pondría nada bien que un director de sección me diga “cambiá esto porque al perfil de nuestros lectores no les va”. ¡¡Estoy bien así!!
No me gustan las monografías. No las podría escribir. Según lo veo en ellas hay una forma que se impone. Hay como una moderación de los gestos personales ¡¡un horror!! Hay un tono en estos textos que no me gusta nada.
No sé si es fácil o difícil escribir sobre arte. Simplemente escribo en la forma en que me sale, en la que la paso bien escribiendo, en la que me pasa algo.
Veo algunas obras, ciertos libros o películas, escucho determinadas canciones y algo me pasa. Me modifican. Entonces trato de hacer algo con esa modificación. Trato de entender esa modificación. Y me encantaría que los que me leen también puedan percibir algo de esa modificación.
Algo que ya no queda igual. A veces el cambio es grande, otras mínimo. Pero cuando sucede, sucede. Cada uno de mis post es el dibujo de esa modificación. O como diría Diana, es una canción modificada. Otra armonía, otros juegos melódicos.
Malena me contaba hace unos días sobre los interrogantes que se crean alrededor de quién soy. ¡¡Me da una gracia gigante!! Cuando diga “¡¡Hola!!” todos van a decir “Ah, era esta chica”.
Y para mí no es fácil. Nada nada nada. Quiero seguir yendo a inauguraciones y poder ver todo sin que nadie me diga nada. A veces me meto en conversaciones y dialogo con muchos de los que aparecen en estos post. A veces me siento en un costado y me miran como diciendo ¿¿serás vos??
Chicos: la libertad de mi escritura está muy vinculada a este no tener presiones. Por más que sean presiones amables, presiones que no quieren serlo. Posiblemente eso cambie en algún momento. Varias veces estoy tentada en decir ¡¡Hola!! Es una situación muy loca, pero por el momento me permite seguir.
Es un poco aburrido escribir sobre esto.
Como dice Laura, soy muy tímida. Y no muy sociable: no me gusta nada tener que decir cosas y que me estén mirando. Me haría sentir fatal.
A muchos de ustedes los siento muy cerca. Pero muy. Y cada uno de los que hablo lo saben rebien.
Me encanta eso.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Quiromancia en la web y mi aliada Laura

¡¡Hola Laura Batkis!!
Acabo de comprar La Mano y leer la nota que escribiste. ¡¡Qué bueno que estés ahí, tan cerca, leyéndome!! Es un honor. Me da una sensación muy rara, pero linda. ¡¡Aunque no sea lectora de La Mano!!
A los que no tienen idea de qué estoy hablando, les comento que es de la nota que Laura escribió en el número 42 de la revista La Mano, que tiene a Calamaro en la tapa. El título de la nota es “Escribiendo en la Web” y empieza así “El debate intelectual más fuerte ya no arremete en diarios y revistas sino que las nuevas generaciones usan el fanzine electrónico del blog, My Space y el Fotolog. Laura Batkis comenta como es la crítica de arte del nuevo milenio”.
Te digo, Laura, que cuando comencé a leer fue un vértigo repotente. ¡¡Intelectual yo!! ¡¡guaaaaauuuu!! Nunca me gustó mucho esa palabra. Bah, nunca me sentí identificada con ella, y menos aún con “crítica de arte” ¡¡Nada más lejos de mí!!. Me imagino que vos no escribiste ese texto introductorio, pero es el primero que leemos y por eso lo aclaro. También (les cuento a todos ustedes) que Laura es muy generosa en proponerme como una de las protagonistas de este nuevo debate de blogs.
¡¡Me hace sonrojar mucho!! La verdad es que no sé cómo es, pero lo que puedo decir es que no leo revistas de arte. A veces las miro un poco, pero las siento reajenas. En una época intenté leer un poco ramona, pero no me enganché mucho. Me gustaban algunas notas y algunos números específicos. Pero ahora la siento muy muy muy lejana y nunca me colgué con su página de internet. Con los suplementos me pasa lo mismo, ni los compro ni los leo. Me aburren. Ni siquiera Radar, que a vos te parece interesante. ¡¡Y odio las revistas fashion que se quieren hacer las cool hablando de arte!! ¡¡Odio D-Mode!!
Me gustan muchas publicaciones web. Éxito está buenísima. Me gustaba mucho Juliana Periodista. Me gusta la página que hace Verónica Romano.
No sé qué es debate ni por qué se tiene que debatir algo. Sigo pensando que el arte es una experiencia privada, tanto para el artista que hace su obra solo en su taller como para nosotros espectadores que nos deleitamos con sus obras.
No me interesa hacer otra cosa que escribir lo que siento y pienso, y no podría hacerlo de otra manera. Veo obras, me dan unas ganas locas de escribir y lo hago. Es así de fácil y no podría hacerlo de otra manera.
Yo creo que se trata de diferentes sensibilidades y gustos. No me parece que una cosa reemplace a la otra. No me imagino a la gente que va a Expotrastiendas leyendo Mao y Lenin como no me imagino a la encantadora Rosa ¡¡mi querida vecina que me conoce desde chica!! leyendo estas líneas.
Soy reafortunada y tengo lectores de lujo. ¡¡Me emociona, realmente!! Y con ellos me alcanza y sobra. Claro que me encantaría que a todo el mundo le gustara mi blog, pero no es algo que me proponga ni mucho menos. Estoy contenta con poder escribir y compartir las cosas que me hacen sentir las obras que veo.
Leo muchos blogs, que me inspiran un montón. Pero no sé si entre los blogs hay debates. Simplemente diálogo, sereno. Cada cual en su planeta. ¡¡Y está rebueno!! Me parece algo muy de la generación de mis viejos andar tratando de convencer a los demás de algo. Con los blogs podemos tener opiniones diferentes y compartirlas en su diferencia.
¡¡Gracias de nuevo Laura, mi nueva aliada!!

jueves, 6 de septiembre de 2007

Bailando el aura y a Nietzsche también

Yo creo que hay muchos Nietzsche. Bah, en realidad todo el mundo sabe que hay muchas lecturas diferentes de Nietzsche. Lo que estoy tratando de decir es que la mayoría de los Nietzsche que veo están donde tienen que estar, donde iríamos a buscarlos. En cambio a mí me gusta buscar a Nietzsche donde está sin que todo el tiempo lo estén buscando. ¡¡Pero no es que quiera meter a Nietzsche en donde no va sólo para mostrar que lo leí!! Porque además es mentira que lo leí. No lo leí: lo estoy leyendo. Cuando me enamoro de un autor no busco lo que dicen los demás. Es como cuando te enamorás de alguien, quien sea: lo querés descubrir vos, no te interesa lo que diga tu tía o su mamá. No sé mucho sobre cómo fue leído Nietzsche, pero sí sé cómo es Mi Nietzsche. Para mí Nietzsche es una forma de bailar. Es una danza. Es el dios que danza.
Es una música. Es un levantarse por encima del piso.
Nietzsche no se deja ver por todos lados, así como el baile no nos invade a todos por igual. Nietzsche hoy es la danza calma de Malena Pizani.
¿¿Calma?? No sé por qué escribí eso. Calma, sí, pero muy intensa.
Detesto a esos tontos que les decís: “estoy leyendo a tal autor” y te repiten el apunte que un profesor les hizo leer en la facu. Ustedes saben que me alucina el saber. Pero el saber para mí es otra cosa: haber leído mucho y utilizarlo de otra manera.
Es lo que hace Malena. Una de sus búsquedas es bailar el aura. Para entender a Nietzsche tuve que buscar y buscar ¡¡y encontré a Malena!!
Veo en su blog fotos de gatos. Soy más fan de los perros, pero admito que los gatos bailan mejor. Lo hacen con más sigilo. Los perros son atropellados (¡¡me vuelven loca!!) pero no bailan con gracia. Horacio me dice: “los perros no bailan, nena. Los gatos tampoco. Vos no dejás de proyectar”. ¡¡Mentira!! Los pensamientos nos balancean y nuestro cuerpo se balancea. Malena lo sabe. Nadie más dionisíaca que Male.
Porque Dionisios no es el borracho drogón arruinado que apenas puede tenerse en pie y que hace culto del desenfreno ridículo. Dionisios es tan sutil como la danza de los gatos.
La mejor música para bailar a Nietzsche es entender esto como lo entiende Malena. No necesita quemarte la cabeza enseñándote cuántos libros y textos leyó sobre Friedrich. Sabia, hace como Lou-Andreas Salome: dispone una danza.
Porque hay dos tipos de ritos. Los impuestos y los develados. Malena va quitando los velos de Nietzsche a su manera. Es su forma de danza.
Rito sí, pero como el mejor de los vestidos. Cuando nos vamos a encontrar ¡¡la magia de la primera cita (y los nervios también)!! con la persona en la que no podemos dejar de pensar nos vestimos con toda minuciosidad. Aunque lo hagamos con la ropa de todos los días. Ese día necesitamos ser reinas. Ese es el rito.
Si vos le decís esto a uno de esos cabezones que te repiten el apunte que aprendieron en la cursada, te tratan de frívola, de ridícula.
Harían mucho mejor en abrir sus sentidos a la danza aurática de Malena.
Por lo menos, los volvería menos bobos y más sexys.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

La estirpe renovadora de Bugs Bunny vuelve a estallar

¡¡Qué aburrido que es cuando el arte imita a las monografías!! Hubo una época en que en Buenos Aires había publicaciones de arte que imitaban al arte ¡¡pero esos tiempos ya se fueron!! Yo quiero que Mao y Lenin sea arte. Me parece rebueno que los chicos vayan a la universidad y estudien arte, es muy necesario. Pero por suerte existe todo otro mundo de escrituras que no tienen nada que ver con eso. Soy una defensora acérrima de la bloggosfera pero cuando inventa su propio código, no cuando trata de copiar a los diarios. No tengo nada contra un blog como Artistas de Buenos Aires, creo que es útil y que mucha gente lo consulta y me parece rebien. Pero aplaudo a aquellas propuestas que están lejos de todo lo que se publica habitualmente en los suplementos de cultura. El blog es un espacio flexible, que sirve para cualquier cosa ¡¡y me gusta cuando estalla esa “cualquier cosa”!! Creo que si no fuera por los blogs, y especialmente por los blogs “cualquier cosa” me moriría de aburrimiento.
Mylun es un blog "cualquier cosa". Hace poco alguien me dijo la palabra “cualquierismo” y no me gustó. Hay que ver qué contenido le dan, pero cuando digo blogs “cualquier cosa” no digo cualquierismo. Cualquierismo me suena a divague. Y la libertad de los blogs “cualquier cosa” no son exactamente divague. Al divague yo lo entiendo como algo viejo, algo hippie “vení vamos a divagar”. ¡¡Odio eso!! Me gusta al revés, cuando alguien se plantea un proyecto metódico e imposible, que es súper divertido y estimulante, como leí hace poco algo sobre Roberto Vanguardia. Rosa Chancho me parece genial. ¿¿Vieron que ahora hay cada vez más animales en el arte?? Si: y sobre todo conejos. Los laboratorios Baigorria, Nicanor Araóz, el Conejo enfermero y ahora ¡¡el arte minimal de Sonia!! No hay nada más político que el blog de Sonia. Las aventuras estéticas de la coneja a veces deslumbran, otras aburren, son minuciosas, también una farsa, y todo eso me da mucha risa. Son de las cosas que están buenas que existan en un territorio como el del arte de Buenos Aires que aparece cada vez más rodeado de aburrimiento.
Hoy me levanté así: pensando cómo escaparme de todos esos mails que recibo sobre los mismos temas de siempre. ¡¡Leyendo blogs!! Nada me estimula más a ver muestras que ver muestras (una muestra me lleva a otra) y leer blogs. Las muestras y los blogs son nuestros salvavidas.
Que aparezcan experiencias como la de Sonia es un buen síntoma que se sigue multiplicando el lado intenso y divertido.
¡¡Larga vida a Sonia!!

martes, 4 de septiembre de 2007

La felicidad imita al sol que declina y a Claude

A veces sueño así, o parecido. No me refiero a lo que sucede, a la narración del sueño que cuando me despierto está fragmentada en mi cabeza. Me refiero más bien a cómo se verían mis sueños si los proyectaran en una pantalla de cine. No serían imágenes de última tecnología, sino que se parecerían a cómo se veía el mundo en la época de nuestros papás. Mis sueños tienen bastante de setentas en su textura, de un tiempo que no es tan lejano pero que no vivimos, que no conocemos sino por aquellos viejos álbumes familiares. Mis sueños tienen mucho de un presente que se parece al pasado.
No tengo sueños muy raros. Todo lo que sueño es posible. O fue posible. Y pertenece a un tiempo cercano. A veces no conozco a los soñados, pero sé que podrían ser mis amigos. Seguramente son variaciones de ellos.
Y lo que recuerdo cuando me despierto tiene siempre algo de extraño pero a la vez muy familiar.
La luz, los gestos, la naturaleza, los interiores, toda la serie que Geraldine Lanteri dedicó a Claude, su novio, tiene algo de la imagen con la que nos representamos nuestros recuerdos. Ejemplifican casi a la perfección el modelo en el que imagino a mis sueños. Algo sepia, virado a un magenta que encontramos en las fotos que conservan nuestros abuelos de cuando nuestros papás eran adolescentes. En la era de los fotologs sus obras tienen algo de otra época, de un tiempo distinto. Geraldine ubica a Claude en tiempos que no le pertenecen y sin embargo le sientan muy bien. Lo dispara al pasado, a historias de una familiaridad extraña. Por ahí toda familiaridad es extraña, pero como la pensamos como propia ese efecto se diluye. ¿¿se entiende lo que digo??
Son fotografías conmovedoras porque no se abandonan al presente de internet, a la memoria capturada por la web, sino que guardan toda la apariencia de una fotografía con esa luz brillante y todopoderosa que tienen los momentos felices e intensos.
El misterio puede ser oscuro, pero la felicidad imita al sol.
Son imágenes que parecen surgidas de un tiempo anterior al video, y por lo tanto también anterior a la computadora. Son imágenes a la vez cercanas e inalcanzables y debe ser por eso que nos evocan un instante potente, a la vez legendario y próximo.
En las fotos que les muestro Claude no ríe. Parece concentrado, entregado a algo.
Las fotos de Geraldine muestran y demuestran su amor, pero en esas instancias en las que no es obvio. ¡¡Y sin embargo es reevidente!!
La felicidad no sólo imita al sol, sino también a Claude.
Tiene gestos de niño y mirada de alguien que atravesó océanos de tiempo.
Esto último no es muy poético. Debería tacharlo.
Pero no quiero. Me salió así y está bien.
Que las imágenes tengan un no sé qué de otra época no debe quitarle espontaneidad a lo que escribo.
Es relindo lo que hacés, Geraldine.

lunes, 3 de septiembre de 2007

El Rasti increado

¿¿Está bueno pertenecer al Planeta Arte??
La verdad es que cada uno lo vive a su modo. Y como cada artista tiene su método, nos encontramos cada día con una infinidad de salas de prueba.
Como pasa también con los Laboratorios Baigorria (el laboratorio-ficción de Verónica Gómez) la obra de Florencia Levy es al mismo tiempo una doble investigación: una búsqueda metodológica inspirada en procesos de investigación y una investigación formal. Y entre una y otra va armando un Rasti teórico. Con esto último intento darle forma a algunas ideas que fui anotando el último fin de semana. Las instalaciones que realizan (Vero y Flor) son bellas formalmente, como sucede con la acumulación de objetos en una obra de Mitlag (con los colores y elecciones geométricas) y con esa aventura de disponer los objetos como signos que vemos en obras tan distintas como las de Leo Estol y un maestro como Jorge Macchi. Florencia va creando una instalación-investigación y compartiendo sus resultados, pero también tomando nota del valor sígnico de cada uno de los objetos que elige. Esto le permite a Florencia que la obra resulte tan ecléctica y llena de sorpresas.
Ayer empecé a pensar una de las cosas que tienen de genial instalaciones como las de Florencia Levy es que van convirtiendo al artista en un tipo de subjetividad multiplicada y también van dejando para la historia del arte un número interesante de nuevos cruces. Y lo logra a partir de un sistema de signos. Cada una de las obras de Florencia es al mismo tiempo una imparable máquina de restaurar signos y un taller de emotividad. Me propuse averiguar por qué sus sistemas resultan siempre tan emotivos. Porque en todas sus obras el factor emotividad está siempre muy presente.
Si algunas obras de Florencia avanzan hacia la obtención de datos del mundo circundante, este mundo también es un laboratorio sobre las artes. Porque otra de las cosas que tiene de genial el arte es que cada obra nos sirve como termómetro para entender nuestra profesión de fe artística.
Las obras nos interrogan a todos, no sólo a los artistas.
Por ahí a estos los interroga con un poco más de insistencia.
Pero digo esto porque soy muy de averiguar lo que sucede en el mundo usando el arte como guía.
¿¿Se entiende lo que digo??
A veces el Rasti es algo que aún está por crearse.