lunes, 28 de mayo de 2007

Lo importante no es tu rol, sino cómo lo hagas

Hace ya un tiempo, en la página de la revista ramona viene apareciendo una encuesta que nos pide que elijamos quién es más importante: si el artista, el curador, el crítico, el galerista, etc. Les confieso que al principio me extrañó; me dije ¿¿cómo una publicación tan importante y tan querida por todos nosotros puede proponer una trampa semejante?? Porque el modo electrónico de votación que propone es súper maniqueo: o elegís uno u otro, tenés que señalar una sola opción. Me parece grave por lo siguiente: da por sentado un tipo de sistema para el arte como el más beneficioso. Lo cual no está mal, pero sí lo está si es ese y sólo ese, sin darnos otras posibilidades de elección. En nuestro sistema electoral podemos cortar boletas, pero acá no. Yo creo que existen dos formas muy distintas de pensar el sistema del arte. La primera es el modo teocéntrico: el artista es el centro de todo y todos los demás roles giran a su alrededor. Es más, en varios sitios quienes hacen la revista revelaron que ese es el resultado que persiguen con esta encuesta. A mí me parece que el modelo más interesante, y por otra parte mucho más real es este otro: el de una constelación donde las estrellas más brillantes son los artistas, sin dudas, algunos artistas, y en la misma red también brillan otras estrellas, por ejemplo los espectadores. Es obvio que las estrellas más brillantes son artistas, pero también son más que necesarios otros cuerpos celestes. Mamá escuchaba un tema de Laurie Anderson cuya letra se refería a una isla habitada nada más que por artistas que lo único que hacían eran gritarse unos a otros “¡¡mírenme!!” Por otra parte, lo más interesante que tiene la revista ramona es que podés leer a filósofos, historiadores, escritores, poetas, diseñadores, etc, etc. El sistema teocéntrico es complicado porque establece privilegios de la misma manera en que las monarquías lo reclamaban: porque sí. Ustedes saben el lugar de privilegio que los artistas tienen en todo lo que escribo. Pero no puedo dejar de reconocer que no son los artistas los que más brillan porque sí. Sigo pensando que está buenísimo que haya cada vez más galeristas con sensibilidad artística, más críticos e historiadores con ojos de artista, etc, y menos artistas en su trono exigiendo reverencias. Beuys lo dijo muchas veces: todos somos artistas o podemos serlo. Lo importante no es tu rol sino lo que hagas. Pensalo sólo un momento: hay historiadores que brillan y artistas que empalidecen a su lado. Y digo esto porque creo que hay muchísimos buenos artistas y muy pocos buenos teóricos y curadores. Pensalo un momento y vas a ver que realmente son muy pocos. Tan pocos como los hay muy buenos. Los artistas suelen elegirlos a unos y otros según sus intereses. Me animaría a decir que tantas veces pesan más los intereses que las afinidades. Me pasó advertir en los últimos tiempos que chicos que serían geniales teóricos terminan intentando ser artistas porque tanto se insiste en la mediocridad de “los que viven del arte”, como se dijo en alguna parte. Y por ahí por eso existen tantos artistas mediocres y pocos buenos teóricos. Será que soy muy ingenua y en esa ingenuidad sobresale mi anarquismo militante. Detesto profundamente a las jerarquías. Y mucho pero mucho mucho mucho mucho más a quienes quieren imponer las jerarquías. Sé lo que vos quieras ser, y hacelo con ganas. Escribir un buen texto sobre arte o realizar una buena curaduría es infinitamente mejor que realizar obras mediocres. Por lo pronto me basta con el placer de ser una agradecida espectadora que escribe sobre lo que más le gusta.

domingo, 27 de mayo de 2007

Me decís todo sobre vos y sólo sobre vos

En algún lugar leí que el crítico de arte como especie está en vías de extinción. No sé si será así, pero lo cierto es que es realmente lamentable que la tarea de la mayoría de ellos, al menos en nuestro medio, se limite a realizar reseñas. No es que tenga nada contra las reseñas, de hecho son un género muy útil y agradable, pero es tan cierto como que con eso no nos basta. Antes se les pedía objetividad. Por ahí ahora lo que más nos copa son las subjetividades intensas, las que se aventuran en lecturas que pueden ser disparatadas, pero que nos sorprenden. Si bien es cierto que artistas críticos existen desde hace muchos pero muchos años (en nuestro medio pienso en Noé y en Kemble, sin ir mucho más lejos) la verdad es que los artistas cuando hacer crítica hablan más de su posición que de los demás. La crítica para los artistas es un lugar de construcción personal, parte de su obra. Esto es lo que sucede con la nota que se publicó hoy en Radar, en Página 12. Leo Estol reseña obra por obra las seleccionadas y premiadas del certamen de Petrobras. Y no hace otra cosa que construir lazos con su propia obra a partir de sus opiniones. Atención: no lo estoy criticando y creo que está en todo su derecho. Lo que sí me parece es que le quita más misterio a su postura, a su subjetividad como artista. Es una nota que no me dice demasiado, o posiblemente nada, que no hayamos podido ver en vivo y en directo; y al lector que no pudo ver esa exhibición-premio tampoco le aporta mucho. Si ustedes la vieron, compartirán conmigo que, por ejemplo, la obra ganadora de Catalina no se entiende nada en la nota de Estol. Es un texto escrito especialmente para aquellos que fueron a arteBA y que saben quién es él. Leo posiblemente crea que está obteniendo así una fuerte ganancia simbólica, ocupando un lugar. Y sin dudas es al revés, se vuelve más obvio, no obtiene ganancias y se vuelve redundante. Fui a ver su instalación “mi primera escultura” en el nuevo MAMBA y me pareció demasiado tibia, súper esteticista. Leo es un gran artista, eso ya lo sabemos. Pero sin dudas empezamos a advertir en un medio tan vigoroso como el nuestro algunos síntomas de fatiga que nadie se atreve a nombrar o señalar. Por supuesto esto es pasajero y todos estamos aprendiendo.

sábado, 26 de mayo de 2007

Un colectivo de renunciantes significa mucho. Mucho mucho. ¡No al maltrato masivo!

¿¿No es muy sintomático que todos los docentes de la Clínica de Artes Visuales del Centro Rojas renuncien al mismo tiempo?? La noticia me dejó perpleja. La clínica fue desde su creación uno de los polos más interesantes de discusión y producción de arte contemporáneo en el país. No hay que argumentar demasiado, simplemente basta repasar la lista de los artistas que formaron parte de esta experiencia en sus distintas ediciones, todos ellos fundamentales en la escena del arte de hoy, sobre quienes vengo escribiendo desde que inicié este blog: Martín Legón, Vero Gómez, Fabio Risso, Luciana Lamothe, Mariano Giraud, Octavio Garabello, Mariano Luna, Diego Haboba, Mariana López, Marcela Sinclair, Provisorio Permanente, Karin Idelson, Erica Bohm, Noelia Yagmourian, Nilda Rosenberg, Nico Levin, Julieta Ortiz de Latierro, Geraldine de San Bruno, Nicolás Domínguez Nacif, Patricio Gil Flood, Leonel Pinola, Coni Piaggio, Adrian Villar Rojas, Rosalba Mirabella, Uschi Gröppel, Nazarena Pereyra, Florence V, Mumi, Esteban de Alzaa, Virginia Spinelli, Marco Bainella, Fede Lanzi y Axel Strachnoy, entre otros que ahora muy a mi pesar olvido pero pronto recordaré.
Ya sabemos que la clínica FUE el Rojas (en lo que a artes visuales se refiere) mientras el Centro se caía. La galería sigue errática desde hace años, con muestras aisladas y heterogéneas, no siempre interesantes, mientras que la clínica seguía con su firme aporte a las expresiones de la última generación.
Estamos hablando de un grupo de docentes de lujo: Diana Aisenberg, Rafael Cippolini, Gachi Hasper, Xil Buffone, Roberto Amigo, Eva Grinstein, Marina de Caro, Tulio de Sagastizábal, Alicia Herrero, Gabriela Francone, Gabriel Valansi, Juan José Cambre, etc, etc, etc. Que hayan sido maltratados es grave, muy grave. Es maltrato también para nosotros. Acaban de informarme que el nuevo director del Rojas, el Doctor Onaindia, decidió apropiarse del proyecto: Gachi Hasper y Roberto Amigo habían realizado la nueva selección de becarios para la clínica de este año y, luego de la renuncia colectiva (¡un colectivo de renunciantes!) en vez de realizar una nueva convocatoria, que es lo que corresponde a una institución seria, se apodera de la selección realizado para el proyecto al que humilló para reutilizarlo con otros docentes cómplices de quienes desconocemos aún los nombres.
Lo más peligroso es que todo esto se realiza en un marco de mentiras por parte de la institución: el nuevo director dice estar abierto al diálogo cuando en realidad no hizo más que cerrar las puertas. Según me informé, prometió a los docentes nuevas reuniones para charlar el tema pero inmediatamente cerró el diálogo.
Sería genial realizar un repudio masivo a esta ofensa e injuria.
Cuenten conmigo.
El accionar del Centro Rojas, de sus autoridades, es horripilante.
Toda mi solidaridad con los seleccionados y los docentes.

viernes, 25 de mayo de 2007

Otro espacio con estados de ánimo

Algo que siempre me deja pensando: nuestra relación con el ambiente. La palabra ambiente. Sabemos que el ambiente se nos parece, que hasta cierto punto podemos modificarlo. También sabemos que el ambiente nos condiciona: no podemos elegirlos del todo. Los ambientes están ahí antes que nosotros. Bah, no siempre. Antes los artistas buscaban sus ambientes: esta era una situación que se repetía una y otra vez. En esta década esto cambió: pienso en Belleza y Felicidad, en Appetite, en Periférica, en Oficina Proyectista, en Jardín Oculto. Son los artistas los que crean sus ambientes, no esperan, no buscan, simplemente los generan. Ustedes ya advirtieron que elijo merodear la idea de ambiente y no la de lugar, ni sitio ni mucho menos espacio. Ambiente implica más sensaciones que las anteriores. No señala un aura, pero si una atmósfera. Cada ambiente tiene una atmósfera particular. Una vez más, fue Cippo quien me lo señaló: me recordó un disco, Atmosphere, y me voló la cabeza. Un disco, las canciones-texto que escribo, también tienen su atmósfera. Y voy más allá: un artista tiene su atmósfera. Decir que un artista es un lugar es una metáfora, pero observar su atmósfera es algo muy distinto. Pienso inmediatamente en las fotos que elegí para este post: la instalación de Juliana Iriart que se modificaba con los días. Un espacio que variaba su atmósfera, un espacio con estados de ánimo. Vuelvo una vez más a esta imagen de Nico Levín, la de la chica con el cisne. La chica y su entorno son lo mismo: no sabemos dónde empieza uno y termina la otra. Ella continua en lo que la rodea y al revés. Por último, Duville en Appetite, tocando la guitarra. Es un momento impresionante, incluso en lo cotidiano: hace mucho tiempo que existen lugares donde se exhiben obras y grupos pueden tocar. Pero siempre vencía una de las intenciones: o eran salas de música en donde se mostraban obras o eran lugares de muestras donde una banda tomaba por un rato el lugar. Posiblemente Sonoridad Amarilla, un clásico a estas alturas, haya sido la primera avanzada en esta indefinición. Es todo al mismo tiempo: sala de conciertos, restaurante y espacio de arte. Es algo que la tecnología imita: un celular que saca fotos, que reproduce música, que manda mensajes de texto. La multifunción está a la orden del día. Gastón Pérsico hace de la atmósfera heavy metal un refugio para la filosofía contemporánea, de manera similar a la que sin darme cuenta del todo, comencé a utilizar una dinámica de canción pop o punk o rock o como quieran escucharla para escribir textos sobre el arte de mi época, el que más me importa. Los historiadores escriben como historiadores, con su protocolo. Lo mismo que los críticos, escriben con su jerga, con sus modos y lecturas. Yo escribo de una forma parecida a la que me gustaría escribir mis canciones. Sé que Matías me entiende. Los historiadores tienen su atmósfera, los críticos la suya y yo la mía. Y ustedes la suya. Esta bueno levantarse cada mañana y preguntarnos ¿¿cuál es nuestra atmósfera?? Porque no somos más que eso: fenómenos atmosféricos interactuando en el mundo.

PD: Sí, ya sé. La Clínica del Rojas. Mañana escribiré sobre eso.

jueves, 24 de mayo de 2007

Un Déjà Vu monumental

El augur era un lector calificado. Así como otros sabían leer las estrellas, el augur reconocía el carácter del destino y predecía. Era el narrador del futuro, de lo que todavía no había sido. Pero también relator de la fatalidad: aquello que contaba era eso de lo que nadie podía ya escapar. Si decía sobre vos que vencerías a tus enemigos o te casarías, ya no tenías escapatoria. Porque lo que el augur tenía el don de leer era la Ley de la Vida.
Para el augur todo era predecible: podía decirlo antes de que sucediera porque ya lo había leído. Para él lo que vendría se caía de maduro.
No soy augur pero no acerté por muy poco. Mi pronóstico privado sobre el resultado de los ganadores del premio arteBA 2007 estuvieron cerca: creí que saldría primero Diego Bianchi y para el segundo premio no pude decidirme entre Julia Masvernat y Catalina León. Para mí era clarísimo que en estos tres nombres se cerraba el círculo de los premiados. Tres Jóvenes Beca Kuitca (JBK). Tres artistas buenísimos, de los mejores de su generación. Esto lo sabíamos sin que ningún jurado de ningún veredicto.
Acordémonos que hubo dos jurados. Del jurado de selección podemos decir que tuvo un gran acierto: su selección fue mixta. Como dije en su momento, en su lista hubo jóvenes consagrados y otros que todavía no pasaban de promesa.
Del jurado de premiación podemos agradecer que premiaron a dos excelentes creadores, merecedores de esos premios y otros tantos más que seguramente no tardarán en llegar.
De los dos, sin embargo, tenemos que decir que actuaron profesionalmente, es decir, hicieron lo que seguramente quienes organizan arteBA esperaban que hicieran.
El año pasado fue mucho mas divertido. Yo me copé viendo y escuchando a Pequeño Bambi, por ejemplo. Muchos de los artistas, inclusive la chica del primer premio, eran absolutamente o al menos casi desconocidas para todos los interesados en el arte contemporáneo. Es cierto, el segundo premio fue un JBK, pero con una obra muy jugada. Infinitamente más jugada que las dos bellas obras que este año coronaron el certamen.
Tuve mis tres favoritos que previsiblemente no coincidieron con los premiados. Los digo en cualquier orden, porque los tres me alucinan por igual: las impresionantes instalaciones de Vero Gómez, de Adrián Villas Rojas y Nicanor Araoz.
Ustedes saben que adoro la obra de Catalina, pero esta vez ingresé a su sitio y algo me pareció forzado. Había algo de sus gestos clásicos, también algo trash que no terminó de cerrarme. Cuando entré estaba en ese espacio el coleccionista Alejandro Ikonicoff, con gesto hierático.
También soy refan de la obra de Diego Bianchi, pero la escenografía tipo mercadito tengo que reconocer que me interesó mucho menos que otras tantas instalaciones suyas que sin dudas son obras maestras. En cambio, mis tres favoritas me fascinaron. Estuve tres días descubriendo cada detalle de esos parques de diversiones mentales que fueron las propuestas de Verónica y Adrián, así como me sacudió ver al genial Nica en semejante escala.
Hablábamos con amigas que sin dudas cada año las ediciones de arteBA mejoran en producción y calidad general. Pero este año, tengo toda la sensación, algo falló. No es que estuvo mal, por el contrario, estuvo muy bien. Pero le faltó más imprevisibilidad, más riesgo. Es algo que tengo que seguir pensando y sobre lo que voy a escribir en los próximos post.
Cuando tantos de nosotros nos convertimos en augures con pasmosa facilidad, el futuro vuelve a no ser lo que era; y el arte pierde parte de su gran magia.
Soy ingenua en miles de cosas pero no en esto: ya lo sé, es sólo una feria de arte. ¡¡Pero es una feria buenísima, de lo mejor de este país!! Y es una lástima que el resultado sea sólo un encogerse de hombros y afirmar: “yyyyyy.....sí. Estuvo bien. ¿¿no??”.

PD Urgente: ¿¿Qué está pasando con la Clínica del Rojas?? ¿¿Perdemos uno de los espacios más importantes?? Ampliaré mañana.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Vos sos tu propio ritmo. Algo así como una declaración de principios.

Está ese fino límite entre quien sos vos para vos y quien sos vos para los demás. Por supuesto, cada uno de esos “demás” tiene o tendrá una versión tuya determinada (no sos la misma para A que para B), de la misma forma que no sos vos siempre la misma para vos (tenemos esos días en los que nos llevamos mejor con nosotras mismas, otros días mucho peor y así). Pero siempre somos por algo: se nos reconoce por nuestro estilo, nuestros gustos, por donde vivimos, por como hablamos, por como escribimos, por lo que hacemos. Digo todo esto porque cada una de estas cosas son parte fundamental de un artista y lo que hace. Y también de alguien que escribe sobre arte.
Diana Aisenberg dijo alguna vez algo muy lindo sobre mí: comparó mi forma de escribir con alguien que escribe canciones, una tras otra, una por día. Esa era yo: la chica que daba vueltas por ahí, que observaba todo y luego se encerraba en su pieza a escribir una canción-texto que lo resumiera todo, que intentara decirlo todo en una mirada escrita. Me encantó que se me comparara con una songwriter, porque si bien no soy una compositora, hago música o intento hacerla lo mejor posible por lo cual me sentí muy identificada.
Una canción o un texto son formas de estar con los demás. Lo mismo que una obra. Cuando un artista hace una obra una parte suya está con los demás. Con otros que conocés y otros tantos que no y por ahí nunca conozcas. Cuando se me ataca se me ataca específicamente por como escribo, por lo que pienso, por mis elecciones. De la misma forma que un músico elige un instrumento y un estilo, elegí ir modelando mi voz en diálogo con aquellas obras que realmente me dijeran algo. Porque las obras siempre te dicen algo. Lo genial fue que el diálogo enseguida se hizo plural, aparecieron muchas voces, empezamos a compartir cosas. Por supuesto, enseguida aparecieron aquellos que necesitan boicotear la comunicación de los demás. Es delirante, pero es así. Ese es su placer. Gente que utilizaba una forma copada de diálogo para tirar mierda a los demás. Debe ser como cuando utilizan una canción para una propaganda de un producto sin tu autorización. Debe ser horrible que se utilice una obra tuya para algo con lo que no estás de acuerdo.
Todo este tiempo que estuve guardada estuve escribiendo. Mucho. Muchísimo. Llenando cuadernos. Tachoneando y volviendo a escribir.
Marcelo Yrurtia me mostró un viejo disco de Lou Reed que se titula “Creciendo en público”. El problema es cuando esto se convierte en una obligación más que una elección. Sentí que se me demandaba eso todo el tiempo. Que había caído en mi propia trampa. Que yo era yo cuando escribía un texto por día. Que estaba forzando mi ritmo. Porque, como adivinarás, hay días que tengo ganas de publicar cinco textos y no lo hago porque no me interesa aburrirte. Y otros en los que me interesa escribir poemas solamente para mí. Letritas que me hablen a mí.
En estas semanas me pasó de todo. A veces somos dueños de nuestro ritmo, pero muchas veces tenemos que movernos al compás de otros que no nos identifican, y no sé si está bueno mostrar eso. Fue entonces cuando pensé algo tan simple como esto: “soy la chica que escribe (una chica que escribe, entre tantas) pero no específicamente la chica que escribe todos los días.” Es algo tan simple como eso: soy una chica que escribe sobre el arte de su tiempo y lugar. Y escribe siempre. Y muchas veces publica mucho y otras no. Amiga Chica Voladora: vos sos una escritora de canciones como yo. Sabés de lo hablo.
Hace muy poco falleció mi mamá. Si bien fue una larga enfermedad, no dejó de ser sorpresivo. Y dolorosísimo. Otra vez me vino la pregunta ¿¿cuento esto?? ¿¿lo incorporo a lo que estoy escribiendo?? ¿¿crezco en público??
Cada cosa que vivís modifica tus percepciones. De cada obra, del mundo. Porque una obra es algo dentro de tu mundo, está vinculada con cada cosa que vivís, no es ajena. No para mí.
Estando triste, muy muy muy muy triste fui a arteBA. Y me colgué viendo los premios. Y me pasaron y sentí un montón de cosas. Fue un torbellino. Calmo, pero torbellino al fin. De todo esto escribiré en los próximos días.
Pongan “Oh my lover” de PJ Harvey (Peel Sesions, tema 1) y apreten play.
Sólo una última cosa, antes de terminar: no tengo ningún estilo, al menos no en un sentido de cálculo. Escribo como puedo. Y como tengo ganas.
La pequeña escritora de canciones está de regreso.
Un, dos, tres...va.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Ella (que también soy yo) en mí

Hola ¡¡ tanto tiempo!! A veces nos sentimos cualquier otra cosa y sin saber por qué. Es algo que nos invade, y repentinamente estamos en nosotros como si fuésemos otros. ¿¿Será algo similar a aquello que experimentó Rimbaud?? No me malinterpreten: seguimos siendo nosotros pero sentimos una fuerte presencia de una especie de alter ego que se parece mucho a quienes creemos que somos pero en realidad no es exactamente eso. Sé que entienden de qué les hablo y por eso me gratifica que puedan apreciar conmigo esta obra de un artista maravilloso como Marco Bainella, que no conocía y me voló la cabeza. Marco encuentra su herramienta precisa para captar de una vez y para siempre ese momento en el que somos otros sin dejar de ser nosotros. Porque ya no se trata de ser Peter Parker o Spiderman sino de ser ambos al mismo tiempo, simultáneamente. Porque sin dudas cuando Peter Parker se desliza por la ciudad con sus telas de araña no deja de sentirse él mismo, el joven Peter, pero también es otro, el poderoso Spiderman. Ese instante en el que los dos que somos se superponen es el que me transmite esta obra impresionante. ¡¡Que está en una vitrina!! Una especie de álbum de fotos de nuestra vida pero tridimensional. Lo mismo que la frase que leemos: es ese otro momento en que nuestra existencia se vuelve histórica ¿¿saben de lo que les hablo?? Cuando tenemos la sensación de estar viviendo una situación tan única que quedará escrita para siempre en una historia amplia, en el gran tiempo del mundo. ¡¡Y es sólo una sensación!! Pero mientras la vivimos sabemos perfectamente que ya nunca la olvidaremos y será un parámetro para todas otras cosas que viviremos después. Nunca es malo tener más termómetros emocionales para guiarnos un poco mejor en esta aventura rarísima en la que estamos sumergidos.

Posdata: ¡¡Los extrañé mucho!! En realidad, me extrañé mucho a mí también, en el sentido de estar atravesando unos días divinos pero bien extraños. Por eso este post: hay momentos en que comenzamos a desconocernos en algunas actitudes y eso puede estar buenísimo. Ayer pensé en todo el día cómo incorporar estos sentimientos a mi escritura y creo que esa es por ahí mi diferencia con otra gente que escribe sobre arte. A mí me interesa que se noten mis estados de ánimo, porque el arte tal como me gusta sentirlo es muy emocional. Puede que a muchos esto le parezca algo que no está bien, pero es mi forma de hacer las cosas. Soy así.

jueves, 3 de mayo de 2007

La ciudad



¿¿Cuántas ciudades existen en una ciudad?? Gustavo Ríos nos propone una ciudad como obra de arte. ¿¿Son ciudades que existen o son ciudades inventadas?? Cada uno de nosotros tiene su ciudad. La ciudad es un estado mental, un ejercicio personal. Pero ante todo es un dibujo, un trazado. Un conjunto de líneas. Nos parecemos mucho a nuestras ciudades. Más de lo que nos gustaría admitir. Gustavo Ríos crea ciudades para nosotros. ¿¿Existe algún artista que sea mejor anfitrión en este sentido??

miércoles, 2 de mayo de 2007

El libro



Hace poco leí que Mallarmé decía que el mundo existía para terminar en un buen libro. Yo creo que el mundo puede terminar en un bello libro. Noemí Aira seguramente también lo cree así. Si los antiguos creían que nuestras vidas no eran sino las escrituras del destino, el libro de nuestras vidas está repleto de caligrafías que son nuestras emociones. Qué bueno que el arte nos enseñe a recordar las letras.