Una siempre está al encuentro de la niña en suspenso. Eso no suele ser ni bueno ni malo: sucede así, eso es todo. Pero qué bueno cuando una se está quieta y las niñas simplemente llegan, silenciosas y rodeadas de ese misterio que enamora otros misterios.
No importa ya si son niñas buenas o malas, hermosas o silenciosas: sólo me calma saber que ellas tienen en sí lo que necesitamos y ninguna otra cosa.
Hace rato que tenía ganas de escribir sobre las niñas multicolor de Diana Aisenberg, esas chicas caleidoscopio que descubren mundos de color en ellas mismas y lo contagian a todo el universo.
Diana es la incitadora de las niñas esponja, que todo lo absorben y todo lo dan. Son las niñas que jamás se fueron y sin embargo vuelven. Hay algo mágico en eso.
¿Son niñas arquetipo? ¿niñas soñadas? ¿niñas musicales? ¿niñas perfume? No tengo idea cuántas variantes de niñas son las que Diana nos deja. A esta altura tampoco me importa. Hay un libro que me recomendó un amigo (mayor): El álbum sistemático de la infancia, de Scherer y Hocquengheim. Comienza con una advertencia: “Atención: la infancia se está infantilizando cada vez más”. Qué grosso que Diana no traiga excusas, ni se rinda a las evidencias.
Nosotras conocemos el secreto.
Que ni siquiera es un secreto.
lunes, 5 de febrero de 2007
Niñas de puro contagio ¡exigimos muchas más!
Publicado por Anita en 21:18