jueves, 22 de marzo de 2007

Un momento maravill

Pasa más o menos así. Son las cinco y cuarto de la mañana y no puedo dormir. Doy vueltas en la cama. Me da fiaca levantarme y quiero pensar. Pero me da sueño ¡¡y tampoco puedo dormirme!! Tengo varios libros esperándome hace mucho tiempo en mi mesa de luz. Abro al azar el que tengo mas a mano y leo: “El mar era denso como un Rothko, prosaico, ininterrumpido. Pero las sombras parecían estar en todas partes, invadiendo cada hueco, cada lugar secreto, como un aleteo ahí donde no había pájaros, ni siquiera una gaviota. Afuera, junto a la puerta del camarote, un par de botas montaba guardia. Adentro, un par de pantuflas todavía en su envoltorio yacía a los pies del catre. Un catre magnífico con sábanas de lino egipcio. Y encima del catre yacía durmiente, soñando, bajo un descolorido cobertor. Es una cosa adorable el cobertor, con su gama inusual de verdes, como una hoja bruñida abriéndose paso entre las guías de una viña protectora. Había cubierto los hombros de un anciano y algo de él quedaba, comprimido entre los pliegues marchitos”.
La voz de Patti Smith me susurraba desde las letras impresas, pero por sobre todo me grababa a fuego la sensación de los objetos y las texturas que se amoldan al cuerpo. Esa sensación de que otra piel que tiene mil suavidades y texturas se adapta a nuestra forma, a la forma de nuestros brazos, de nuestro cuello, cubriéndonos, inundándonos. Me vuelvo a dormir.
Cuando pasadas las once todavía en la cama y prendo la laptop y busco un archivo para continuar algo que había comenzado a escribir ¡¡me encuentro con esta foto!!
¡¡WOW!! Ese cubrirnos puede ser una sensación animal. ¿¿Ustedes sintieron alguna vez ese abrazo de oso maravilloso que nos transporta a otro mundo??
El arte que mas me gusta no transporta contenidos, sino que nos dispara sensaciones y estados. Nos enchufa al sentir del cuerpo y de la cabeza. Nos enseña que ahí hay un oso. Y que todo lo demás llega mucho, pero mucho mucho después.