viernes, 30 de noviembre de 2007

Si envejecés, disfrutalo

Ya no es nada más que lo que hacés, ni siquiera cómo lo hacés, aunque esto sea lo más importante. No, no me refiero a eso sino a cómo sostenés lo que hacés. Cómo sigue adelante tu proyecto cuando no es novedad, cuando ya lo conocen los que lo tenían que conocer, a los que podía interesarles.
Cuando comenzás con algo no es difícil generar expectativas. Porque una expectativa se funda en lo que aún no sucedió pero debe suceder. En lo que todavía no se resolvió. Entonces el interés aún se sostiene. Algo de lo que hiciste llamó la atención y tenés una mirada sobre vos. Pero esa mirada se cae pronto.
En el ambiente de las artes visuales más que en ningún otro. Para mucha gente el aburrimiento es sinónimo de cool. Cuando alguien dice “me aburro” hay quienes entienden que “está de vuelta”. Y en realidad suele ser todo lo contrario. ES QUE NO PUEDE SEGUIR.
Esta es mi definición: el que se aburre es el que no encontró el modo de seguir. El que se aburre quedó a mitad de camino. No es cool: es el que no te acompaña. Es el que ya no sabe cómo ver, cómo leer. Las personas que siempre necesitan empezar de cero, que se alimentan de la novedad, son las que no saben qué hacer con el transcurso del tiempo. Hay algo de Peter Pan en ellas. Del Nunca Jamás. Tienen miedo a envejecer.
Porque, y esta es mi segunda definición, el aburrimiento es el miedo a envejecer.
Acompañar a alguien en un proyecto no es decirle todo que sí. Para nada. Es entablar un diálogo. Vos elegís entablar un diálogo con la obra de un artista. Seguís lo que hace. Pero cuando decís “me aburro” cortás ese diálogo. Lo deshacés.
Porque una cosa es que no estés al tanto de algo porque no tuviste tiempo de informarte. Hay mucha oferta cultural y no podemos con todo.
Pero muy diferente es decir “me aburro”.

¡¡Y es que es verdad que nos aburrimos!! Pero si tus aburrimientos son crónicos, estás en problemas.
Recomencé mis post hace unos días con una alabanza al acompañar. Porque no importa a qué distancias sigas a alguien, con qué frecuencia, mientras lo acompañes.
Si no acompañás un proyecto, si tu miedo a envejecer corta el diálogo, algo precioso se pierde. Escribí esos post para festejar a y agradecer a aquellos que me siguen desde el principio. Que me apoyan.
Sostener un proyecto demanda mucha energía. Demasiada.

El aburrimiento es dejar de dar. Es muy grosso dejar de dar. Porque implica que alguna vez diste y luego decidiste que no dabas más. Por eso, está bueno saber qué damos y por qué damos. Lo digo en serio: a veces es preferible no dar.
No dar nada.


Sé fiel por lo menos a vos mismo.
Tené alguna remota idea de lo que das cuando lo das, y lo que quitás cuando dejás de darlo.

A mí me gusta saber que estás ahí.
No importa que tan distante.
Sé que estás.