jueves, 26 de julio de 2007

Mejor que un sueño

Hola amores!!
Hoy me levanté a la madrugada con ganas de escribir sobre una artista que es de mis preferidas. No la conozco personalmente, pero algo me dice que le gustará saber que tuve un sueño muy ella y que no pude seguir en la cama y tuve que largarme a escribir.
Empezaré por otro lado.
A veces estamos tentados a condensar todo lo que es Belleza y Felicidad en un solo concepto. Escuchamos que tal obra es “muy Belleza y Felicidad” y creemos entender más por exclusión, porque sabemos bien que-no-es Belleza y Felicidad. Y lo cierto es que ByF es una gran sumatoria: de los artistas que compusieron su staff, de todos aquellos que expusieron ahí alguna vez, de decenas de poetas y músicos y actores y etcs que fueron aportándole lo suyo para que hoy sea lo que es: ya no un concepto, sino una novela estética. Y digo novela estética porque ByF es una larga trayectoria en el tiempo. Es verdad que Fernanda Laguna atraviesa y se expande en todos los capítulos que la componen, pero no es menos cierto que hay artistas que han sido decisivos en un momento u otro.
Dentro de los artistas que, como Fernanda, construyeron un nexo repoderoso entre los últimos años de los noventas y los primeros de esta década Marina Bandín (¡¡ella es mi artista soñada!!) fue construyendo su obra con una gracia y soltura maravillosa, con una libertad envidiable, a tal punto que sus territorios son tan amplios y a la vez tan personales que merece una novela para ella sola.
Sííííííííí !! Es una heroína silenciosa, discreta. Eso me encanta. Marina construye un mundo lleno de criaturas deliciosas y mínimas que jamás se detienen ni cuando se detienen. Lo va acrecentando con bordados, dibujos, muñecas, fotografías, pinturas, publicaciones y poemas: un territorio extenso pero siempre íntimo. Tan íntimo y misterioso como un sueño.
Porque en una época en la que cientos de artistas están obsesionado con sorprender, con shockear, con determinar un mensaje que sólo puede entenderse unidireccionalmente, Marina va poblando su mundo de criaturas y no necesita explicarlas ni forzarlas. Le basta con quererlas, con darle espacio en cuadernos y papeles.
Es una de las artistas más observadoras que conozco: fíjense bien y verán que sus dibujos, siempre esenciales y contundentes, están plagados de deliciosos detalles. Marina conoce la potencia salvaje del detalle y la lleva a su clima más intenso. Es de esas criaturas tan extrañas en el arte que prefieren perderse en los mínimos vestigios de la galaxia antes de pasear su ego y señalarlo ininterrumpidamente.
De una forma u otra, nunca dejó de mostrar lo suyo. Fue buscando los lugares y las oportunidades sin fatiga y sin fatigarnos.
Las imágenes que ilustran este post fueron exhibidas en el Proyecto Panda (¡¡no se lo pierdan!!). Es una exquisita selección de obra que deja muy en claro todo lo que escribo sobre ella.
Lo que tiene de genial soñar con Marina es que (como sucede también en el famoso y breve cuento) cuando me despierto ¡¡ella está ahí!!
Y es una alegría gigantesca.