domingo, 29 de julio de 2007

Las dueñas del Mercado

La obra de Lucas Mercado es él ¡¡y no al revés!!
Los dandys decían que su vida era su obra. Pero eso es muy viejo. Son las obras de Lucas (sus dibujos, sus pinturas, sus almanaques) la que lo reclaman a él como obra. ¡¡Los roles se invierten!! Debe ser por eso que Lucas trabaja tanto y en todas las fotos que conozco aparece tan reposado. Tiene un blog buenísimo (Parientes en la Casa) en el que sospecho que le sucede algo parecido a lo que les contaba antes con respecto a sus obras.
Lucas es paranaense (¿¿se escribirá así??), vive a orillas del río. Y no deja de dibujar. Es una máquina. Claro: el efecto lo vuelve cada vez más requerido, ya que a más obras, más reclamos de éstas obras ¡¡él es la obra compartida de cientos de sus dibujos!!
Hago una pausa para pensar mientras tipeo: las obras de Lucas me transmiten sensaciones muy locas. Debe ser por eso, porque las disfruto tanto y me mimetizo tanto con ellas, que tengo que inventar formas muy raras de escribir. No tengo idea si éste texto que estoy escribiendo resultará comprensible o no. Para algunos sí y para otros no sé. Pero no puedo escribir sobre Lucas de otra manera. No me sale.
¿¿Cómo haría para escribir sobre Lucas de una forma que no sea la que la obra de Lucas me transmite?? Sus dibujos son historias condensadas. Películas de un único fotograma que condensa historias larguísimas en las que por ahí no pasa nada pasando de todo. Y al revés. A veces en sus escenas pasa de todo y es como si no hubiera sucedido nada relevante. Sí para nosotros, sus espectadores.
Conocí a Lucas porque un día me escribió. Me llamó enseguida la atención su nombre “Lucas Mercado”. Ya su nombre es una especie de potenciación. Mi papá solía decirle “lucas” a los pesos, al dinero. A mí me llamaba mucho la atención, porque mi compañero de banco en la primaria también se llamaba Lucas. Así que cuando papá decía (todavía es el día de hoy que a veces dice) “esto vale cinco lucas”, a mí se me hacía un nudo en la cabeza. Por ahí, ahora que lo pienso, las obras de Lucas Mercado se miran entre ellas y negocian en la “unidad monetaria Lucas”. Por otra parte, ¿¿de qué otra cosa está conformado el mercado sino de dinero, es decir, de “lucas”??
Bueno, les decía que el nombre me encantó y empecé a rastrearlo por internet.
Y como no podía ser de otra manera, comenzaron a pasarme cosas raras.
¡¡Y qué más quiere alguien que se acerca al arte!!
Por eso le tengo extremada simpatía a Lucas y a su obra. Me alucinan.
Ya sé que es un chiste muy malo, pero no me puedo dar el lujo de no terminar este texto así: ojalá que un día no muy lejano Lucas le haga honor a su apellido y conquiste el ídem.
Viviríamos en un mundo mucho más hermoso.
¡¡Y divertido!!