Pensaba que me encantan los relatos de viajeros. Ya sea por el mar, por galaxias lejanas, por tierras exóticas y desconocidas. Pensaba que en otras épocas el viajero realizaba su travesía para descubrir personaje extraños, que nada se parecieran a él. Y creo que ahora es al revés, que lo que hago es construir un interminable periplo por los territorios del arte, que como una hermana Princesa del Principito de Saint-Exupéry voy descubriendo planetas que se parecen mucho a mí. Y lo cierto es que no quiero, de ninguna manera, que se parezcan mas a mi, influirlos con mi forma de ser. Al revés, me encanta saber que puedo ser diferente, que mi sensibilidad puede ser como la desarrollada en cada uno de esos planetas.
Y en este punto advierto la diferencia. Todos somos viajeros, pero nos comportamos distinto con nuestros anfitriones. Hay quienes ven en la tarea del otro la posibilidad de entablar contacto con algo que le es útil. Por eso es que piensan al otro como una continuidad de su tarea.
Prefiero al revés, cuando nos reconocemos en la tarea del otro y queremos continuarla. Cuando dejamos de lado a nuestro yo y nos hundimos en una sensibilidad diferente. Cuando estamos realmente interesados en el otro pero no evaluamos si no es útil o no.
A veces creo que estoy reescribiendo algunos capítulos del libro de Saint-Exupéry en otro estilo.
Pienso ahora en las pinturas de Carla Benedetti. Pienso que una pintura, como cualquier obra, es una oportunidad maravillosa para que otro nos explore. Claro que si, una obra es un espacio de exploración mutua: estos chicos retratados atravesaron la sensibilidad de Carla y Carla pudo encontrase en su forma, pudo ingresar a su imagen desde su manera de ver la vida.
Y es emocionante cuando esto sucede. Cuando no está pensando en el otro de acuerdo a tu interés. Cuando no lo estás exigiendo al otro que te de la clave que necesitás, cuando el otro no es un trampolín, cuando no tiene que reafirmar tu lugar dentro de la tribu.
Cuando el otro es un camino de conocimiento. No sólo mental, sino también y por sobre todo conocimiento afectivo.
¿¿Es muy pretencioso reclamarle afecto al arte?? Si es así, soy repretenciosa porque es lo que mas me interesa. Entiendo al arte como una investigación no utilitaria del afecto por medio de la sensibilidad, mediante la construcción de imágenes u objetos.
La sabiduría de un artista radica en de qué modo recorre los afectos ajenos y aprende de ellos. Esto no es una fórmula, es mi deseo.
Cuando escribo sobre ustedes es porque necesito recorrer sus sensibilidades.
Del resto que se encarguen los críticos de arte.
lunes, 17 de diciembre de 2007
Tu interés no es tu utilidad ni hace falta que lo sea
Publicado por Anita en 9:40