Hay muchas formas de vivir la contemporaneidad. Porque la verdad es que lo contemporáneo es una categoría histórica y también cultural en la que estamos inmersos. Yo quiero analizar ahora algo que voy a llamar contemporaneidad íntima. Porque para que una obra sea contemporánea no basta con haber sido realizada en un momento determinado, sino que es necesario que sea reconocida como tal. Esa es la cuestión ¿¿por quién??
Pienso en Belleza y Felicidad, en Appetite, en lo que hicieron las chicas que se denominaron a si mismas Campopsí en la que fue a mi entender la mejor exhibición del año: es animarse con un tipo de obra, apostar a una manera de hacer y sostenerla con una actitud.
Para mí eso es producir contemporaneidad. Cada época tiene su sensibilidad y a partir de ella una búsqueda definida. Hay una diferencia abismal entre novedad, originalidad y subjetividad. Son todas cosas diferentes. Una obra provoca una subjetividad diferenciada. Me importa nada si una obra es original, porque en verdad toda obra está realizada con materiales que ya utilizaron otros artistas. Los críticos y los artistas de edad insisten mucho con eso, con lo novedoso. Una subjetividad intensa es mucho mas necesaria.
¿¿Pero qué es una subjetividad intensa?? Una forma de subjetivizarse en formas de alta comunicación. Porque ese es otro de los puntos: cada época desarrolla un tipo de comunicación diferente.
Una sensibilidad especial hacia los objetos, las cosas.
Obras que den cuenta de una forma de ver, de sentir, de pensar. Nos toca convivir con un tipo de modas y de diseños particulares. De tendencias. Y frente a ellas tenemos que elegir, actuar, responder y dialogar.
Por ejemplo, Lula Mari elige un camino clásico. Busca más y más en sus imágenes repletas de un nuevo clasicismo. Un clasismo redefinido.
Flavia Da Rin también se vuelve cada día más clásica. Explora mundos muy diferentes para alimentar el suyo. La primera imagen de este blog fue una imagen de época de Flavia. Ser contemporánea para Flavia es cotejar muy sensiblemente todos los mundos que se le pasan por la cabeza, investigar en todas las épocas.
Leonel Pinola también es un viajero de mundos ajenos. Me siento muy identificada con su obra. Lo hace con mucha delicadeza, logra que obras del pasado ingresen al presente y obras ajenas se sumen a su visión. Para mí Leonel es un artista de arte relacional a la enésima potencia, porque nadie avanza hacia los demás con tanta delicadeza y humor.
Lo mas inmediato que tenemos es nuestra subjetividad. Pero hacer algo con ella no es fácil.
Por eso mismo es que resulta tan estimulante.
jueves, 20 de diciembre de 2007
La contemporaneidad cambia todo el tiempo
Publicado por Anita en 14:07