¿¿Qué tiene más importancia, la obra o el artista?? ¿¿Cómo se mide eso?? ¿¿Dónde empieza y dónde termina una obra?? ¿¿Cómo se manifiesta un artista?? No existe obra que no esté cargada de subjetividad. Del mismo modo que no existe un estilo impersonal. Cuando uno piensa en un estilo piensa en una obra y una obra no es otra cosa que una subjetividad puesta en escena. Una forma de hacer las cosas. Porque subjetividad no es “contar el cuentito” de cuando éramos chiquitos y qué nos pasó y qué nos dolió y bla, bla, bla. Subjetividad es realizar las cosas de una forma y jamás de otra. Es diferenciarnos. Aunque no sepamos absolutamente nada de una biografía.
Ahora ¿¿por qué simular que no se tiene estilo cuando una está escribiendo sobre un artista?? Hay gente a la que conocemos por su lugar de poder. Porque una de las formas de sentar una subjetividad es a través de la detentación del poder. Lo otro viene después. Es esa conjunción: tal persona que “defiende” a tal artista pertenece a tal diario, a tal institución.
Ahora bien ¿¿qué escribe, sobre qué escribe??
Hay teóricos de manual. Protocolares, prolijos, previsibles. Chicos educados. ¿¿Se acuerdan que hace dos o tres años había quienes repetían todo el tiempo “yo soy profesional porque me eduqué en tal escuela de los Estados Unidos”??
Desde el primero de los post pensé mucho en esto. En una crítica que fuera punk sin resultar jamás quejosa, que fuera potente sin perder ternura. Porque a mi me interesa que lo que escribo no pierda ni ternura ni potencia. Ternura en el sentido de una forma de relacionarme que me interese. Porque nada me interesa escribir un texto como si estuviera dando una lección en el frente. ¿¿Vieron que hay críticos que escriben como si estuvieran rindiendo un examen en el CBC?? No me gustan nada.
Yo no creo que escribir sobre arte sea menos importante que hacer arte. Eso podía pensarse hace unas décadas atrás, pero hoy es ridículo. Por lo mismo, para mi este blog es mi obra. A muchos artistas les encanta que los que escriben sobre arte tengan un status inferior. Pues bien, mis amigos, no cuenten conmigo. Ni mejor ni peor, es otra cosa.
Es otro tipo de obra. Otro formato. Como si alguien me dijera que la pintura es más importante que la fotografía. No me interesa cómo puede haberse pensado la tarea de escribir sobre arte en el pasado. No me importa. Si me interesa saber qué es lo que siento yo ahora. Cómo puedo construir un diálogo.
Son pocos los que escriben sobre arte y se escapan del manual. El manual es lo que funda el escotoma. Porque son los modales de manual, el repetir tu legajo de poder el que anestesia tu sensibilidad y análisis.
No es fácil escaparse del manual. No es nada fácil fundar un espacio de voz, con tu propia voz. No es fácil decirle “fuck you” al reclamo de que tengas que rendir examen utilizando las normas de manual.
Es un momento en el que más que nunca hay que defender la posibilidad de que la subjetividad sea el mayor arma política. La mayor guerra al manual, la mayor huida.
Si tenés ganas de escaparte, contá con mi compañía.
martes, 4 de diciembre de 2007
Aprender a escaparse del manual
Publicado por Anita en 9:07