miércoles, 15 de agosto de 2007

Un manual de sabiduría desbordada

Hay libros que los leemos despacito, saboreando cada párrafo. Porque no queremos que se acaben: tenemos ganas de seguir, de avanzar ¡¡estamos retentados, porque sabemos bien que lo que viene estará buenísimo!! Pero no. Por el momento preferimos guardar en la cabeza lo que leímos, seguir repasándolo mentalmente, porque así lo disfrutamos más. ¡¡Y al día siguiente volvemos a la carga con una nueva dosis!!
Así sucede con Contagiosa Paranoia, el genial libro que acaba de publicar Rafael Cippolini. Lo voy leyendo de a poco, vuelvo atrás, releo párrafos, los comento. Me sorprende siempre. Es una montaña rusa imparable. Como les decía: ponemos el señalador y el vértigo sacude nuestra cabeza.
Lo que más me gusta de este libro de ensayos muy distintos pero con obsesiones que vuelven y ya no se van, es que no es el libro de un crítico de artes visuales.
Es mucho más que eso. Porque Rafael se mete con todo lo que encuentra a su paso.
Mucho rock, mucha literatura, mucha mezcla de familias. Mezcla todo y le da un nuevo sentido que sorprende. ¡¡Es tan divertido!! Es desmedido, pasional, valiente, demente, sutil, minucioso, reinteligente, electrificante, burlón, exhaustivo, íntimo, gracioso, intenso, informadísimo, inclasificable, todo esto junto. Y lo que mas valoro: habla desde sí, pone su vida en notas, dice “hice esto, hice esto otro, tengo ganas de ir a tal lado”. Y lo hace con una sinceridad que nos contagia: nos dan ganas de no parar de escribir, de copiarlo, de robarle todo.
Porque se nota que no tiene miedo, que dice lo que tiene que decir, y lo dice contándonos cosas increíbles de Alberto Greco, de Astroboy, de Yoko Ono, de Le Parc, de Gombrowicz, de la psicodelia, del delito en el arte, de Borges como mutante, de los situacionistas, de los patafísicos, del arte electrónico, de internet, de Grippo, del Pop, del arte geométrico y de tantas otras cosas que es imposible enumerarlas. Es un libro torbellino que nos revolea por el aire.
Es una de las mejores cosas que me pasó este año. ¡¡Y en los últimos años!!
Rafael es un género él mismo. Un género que sus admiradores queremos que no se termine nunca.
Es por eso que lo leo de a poquito. Porque en algún momento se va a terminar ¡¡y voy a querer más!!
En el libro de los curadores que editó el Rojas Cippolini dijo que un curador debería ser la mejor droga para un artista. No soy artista ¡¡pero quiero más de esta droga!!
Es la adicción más preciosa que conocí en mi vida.