jueves, 10 de enero de 2008

Merendando símbolos patrios

¿¿Podemos regresar sin nostalgia?? María Luque encuentra un método para investigar en las formas de poder que se nos fueron colando durante toda nuestra infancia sin apelar de forma directa a la afectividad. Me gusta su poesía. Porque en la obra de María podemos advertir algo que es muy agradable: sus dibujos y pinturas van mucho más allá de sus intenciones.
Lo importante nunca es la originalidad. Sino lo certero de una mirada. Porque ante todo María sabe mirar. Sabe reelaborar sus sentidos. Porque nosotros podemos ver viejas revistas. Podemos enloquecernos observando nuestros cuadernos de la primaria y las imágenes que entonces nos daban nuestros papás y maestros. Pero lo emocionante es llevar todo eso a otro sitio.
Porque las obras de María tienen una prolijidad y un trazo que los chicos obvian. Ella avanza sobre todo en estas condiciones simbólicas.
Porque pocas veces pensamos en que cuando estábamos en la primaria fuimos una máquina de reelaborar símbolos de poder.
Lo hacíamos como un juego, que es lo que hace María. Recupera ese avanzar en el juego.
Es una cosa medio foucaultiana. A mi me divierte porque los filósofos y estudiantes de filosofía se ponen como locos con estas afirmaciones. Los artistas y los que escribimos sobre arte utilizamos materiales y los llevamos a donde mejor nos sirvan. Como hace María.

Cuando pienso en sus obras me imagino una merienda tipo Alicia en el País de las Maravillas pero en vez de la compañía de los inolvidables gato y huevo y sombrereros esta vez con símbolos patrios o regionales.
Es como que ya nunca nos desprendemos de eso que nos fueron inculcando mientras aprendíamos. Todo lo absorbimos. Y pocas veces tenemos tiempo para repensar que significa eso para nuestra sensibilidad. No sólo en términos conceptuales. Quiero decir, para nuestra sensibilidad.Porque es evidente que estamos muy afectados con todo eso.
Los símbolos patrios y esas imágenes que tan importantes fueron en nuestras infancias forman parte de cómo vemos, como nos relacionamos con el entorno, como reaccionamos frente a determinadas situaciones.
Estamos modelados con esas enseñanzas que siempre tuvieron su dimensión visual. María Luque investiga justamente en esa zona visual que tanto nos toca.
Los artistas, por supuesto y como ha sucedido siempre, son exploradores privilegiados de la visualidad del mundo.
Por eso, la gente que no se copa con el arte es como si tuviera un sentido menos.
Somos animales simbólicos.
Que bueno que tengamos a María Luque para que nos reconduzca por toda esta imaginación flotante, tan llena de faunas y floras.