Algo que siempre me deja pensando: nuestra relación con el ambiente. La palabra ambiente. Sabemos que el ambiente se nos parece, que hasta cierto punto podemos modificarlo. También sabemos que el ambiente nos condiciona: no podemos elegirlos del todo. Los ambientes están ahí antes que nosotros. Bah, no siempre. Antes los artistas buscaban sus ambientes: esta era una situación que se repetía una y otra vez. En esta década esto cambió: pienso en Belleza y Felicidad, en Appetite, en Periférica, en Oficina Proyectista, en Jardín Oculto. Son los artistas los que crean sus ambientes, no esperan, no buscan, simplemente los generan. Ustedes ya advirtieron que elijo merodear la idea de ambiente y no la de lugar, ni sitio ni mucho menos espacio. Ambiente implica más sensaciones que las anteriores. No señala un aura, pero si una atmósfera. Cada ambiente tiene una atmósfera particular. Una vez más, fue Cippo quien me lo señaló: me recordó un disco, Atmosphere, y me voló la cabeza. Un disco, las canciones-texto que escribo, también tienen su atmósfera. Y voy más allá: un artista tiene su atmósfera. Decir que un artista es un lugar es una metáfora, pero observar su atmósfera es algo muy distinto. Pienso inmediatamente en las fotos que elegí para este post: la instalación de Juliana Iriart que se modificaba con los días. Un espacio que variaba su atmósfera, un espacio con estados de ánimo. Vuelvo una vez más a esta imagen de Nico Levín, la de la chica con el cisne. La chica y su entorno son lo mismo: no sabemos dónde empieza uno y termina la otra. Ella continua en lo que la rodea y al revés. Por último, Duville en Appetite, tocando la guitarra. Es un momento impresionante, incluso en lo cotidiano: hace mucho tiempo que existen lugares donde se exhiben obras y grupos pueden tocar. Pero siempre vencía una de las intenciones: o eran salas de música en donde se mostraban obras o eran lugares de muestras donde una banda tomaba por un rato el lugar. Posiblemente Sonoridad Amarilla, un clásico a estas alturas, haya sido la primera avanzada en esta indefinición. Es todo al mismo tiempo: sala de conciertos, restaurante y espacio de arte. Es algo que la tecnología imita: un celular que saca fotos, que reproduce música, que manda mensajes de texto. La multifunción está a la orden del día. Gastón Pérsico hace de la atmósfera heavy metal un refugio para la filosofía contemporánea, de manera similar a la que sin darme cuenta del todo, comencé a utilizar una dinámica de canción pop o punk o rock o como quieran escucharla para escribir textos sobre el arte de mi época, el que más me importa. Los historiadores escriben como historiadores, con su protocolo. Lo mismo que los críticos, escriben con su jerga, con sus modos y lecturas. Yo escribo de una forma parecida a la que me gustaría escribir mis canciones. Sé que Matías me entiende. Los historiadores tienen su atmósfera, los críticos la suya y yo la mía. Y ustedes la suya. Esta bueno levantarse cada mañana y preguntarnos ¿¿cuál es nuestra atmósfera?? Porque no somos más que eso: fenómenos atmosféricos interactuando en el mundo.
PD: Sí, ya sé. La Clínica del Rojas. Mañana escribiré sobre eso.
viernes, 25 de mayo de 2007
Otro espacio con estados de ánimo
Publicado por Anita en 12:00