lunes, 3 de marzo de 2008

Reencontrados en el espacio


Ya lo sabemos bien: hay cosas que nada mas que el arte puede hacer. En el mundo de los intelectuales, salvo raras excepciones, está remal visto decir “yo siento tal cosa”. Te tachan de cursi. Vos podés decir “pienso que”. Eso sí. Pero decir “siento que tal cosa es así” es para la mayoría como una ingenuidad imperdonable.
En el arte no. ¡¡Qué gran ventaja!! Podés decir “esto es lo que siento y hago tal cosa en consecuencia” y está todo bien. Esa es una gran ventaja del arte con respecto a otras formas de hacer cultura (aunque no sé muy bien qué quiere decir hacer cultura).
Sentir el espacio. No sé si es lo que le pasa a Christian Román. Pero en las obras suyas que pude ver (Christian es cordobés y no expone seguido en Buenos Aires) como espectadora pude sentir el espacio. Porque a mí como espectadora me parece muy importante pensar, pero mas sentir. Eso es lo que me diferencia con la gran mayoría de la gente que escribe de arte. Para mi pensar es fundamental pero me gustan los pensamientos sensibles. Y ustedes ya saben que lo que mas me interesa del arte es su capacidad para experimentar sentimientos y sentidos nuevos en todas las cosas. Sentimientos en el sentido y sentidos en el sentimiento.
Christian me enseña qué se puede hacer con el espacio. Sus obras (las que yo pude ver) son como vestidos en el espacio. Vestidos no para los seres humanos, sino para el espacio como presencia.
Un diseñador de modas que tiene como modelos a distintos espacios.
¿¿Qué es lo que siento?? Vértigo, paz. Las dos cosas al mismo tiempo. Son obras que me parece que ya las hubiera visto y que, despojadas de la necesidad de lo novedoso, me proponen algo más profundo. Es lo que me pasó cuando visité muchas antiguas iglesias en Europa. Son algo tradicional pero te transmiten algo que está más allá de lo novedoso de un tiempo. Te conectan con otra cosa.
Esta es mi sensación con las instalaciones de Christian.
Son un vestido espacial que jamás pasa de moda.