lunes, 10 de marzo de 2008

El arte está donde estás vos

Parece un slogan de Coca-Cola. ¿¿Y qué??
Cuando descubrí esta obra de Laura Scotti me flasheó. Acababa de leer un libro de Felix Guattari, una serie de ensayos reunidos con el título de Caósmosis. Y así se llama esta serie de Laura. Y lo que me alucinó es que no me remitió a la obra del pensador francés, aunque haya sido éste el disparador de la obra. No. Lo que me gustó es que recordé la pileta del patio de mi abuela.
Nunca me di cuenta de que esa pileta estaba en mi memoria. Y que guardaba el secreto de sus formas. Que esa pileta transmitía una energía particular.
El mundo está lleno de objetos. Y cada uno de ellos es mucho más que un bien utilitario. Los objetos nos modifican sin que lo advirtamos.
Nuestra casa, las casas en las que vivimos y crecimos son ecosistemas sensibles. Es claro que un chico que crece en un pequeño departamento de barrio norte tiene una relación sensorial diferente a la de otro que vive en una gigantesca casaquinta de Parque Leloir. No es lo mismo si crecimos rodeados de animales y plantas a si lo hicimos en un balcón donde todas las mañanas nos saludaba el vértigo de un doceavo piso.
Crecemos en sensibilidades diferentes, en intimidades diferentes con los objetos y reflexionamos muy poco sobre esto.

Cuando somos niños no elegimos el lugar donde crecemos. Simplemente estamos ahí.
La obra de Laura, esta mirada atenta y minuciosa de Caósmosis me llevó a recorrer mentalmente, aunque debería decir sensiblemente, los sitios donde crecí.
Y me di cuenta de que al arte lo hacemos nosotros. Lo hace nuestra sensibilidad. No se trata de una metáfora, porque no es una cosa en lugar de otra. No. Es una manera de ver. Ya no interesa tanto la representación, sino el despertar de los sentidos. El arte es esa droga que despierta los sentidos y nos da una visión diferente del mundo.
De nuestro mundo, del que conocemos.
Volvamos a recorrer las casas que vivimos con la memoria. Detengámonos en los detalles mínimos. En las baldosas, en los azulejos, en las canillas, en las cortinas, en las sillas, en los dibujos de las alfombras, en la luz de la tarde, en las macetas, en las mesas vistas desde abajo, en los cielorrasos, en los bordes de los escalones, en ese caos armónico que vamos absorbiendo todo el tiempo sin saberlo.
Recorramos todo. Sintámoslo.
Y veamos qué hacemos con eso.
Gracias Laura por lo que me hiciste sentir.