jueves, 18 de octubre de 2007

Tuneando las actualizaciones del presente

Holiiiiiiiiii!!
Cómo están, tanto tiempo!!
Mao y Lenin no es un proyecto comercial, es una parte de mi cerebro y mi corazón, una cuota reimportante de lo que soy expuesta en un blog. No podría transformarse jamás en una obligación. Muchas veces confundimos obligación con necesidad y no tienen mucho que ver. A la necesidad no la obliga nadie. Soy de las que creen que una elige su necesidad. Y por eso se vuelve aún más necesidad.
Escribir es parte de un biorritmo. Nuestras emociones se toman su tiempo para volverse palabras. Esto que escribo no tiene nada de metafórico. Y lo digo precisamente porque estuve una vez más exiliada, y durante mi exilio de internet recibí un montón de mails. ¡¡Y me encanta recibirlos!! Y les agradezco porque absolutamente todos tienen muy buena onda.
Chicos: estoy rebien. Yo también los extraño pero necesito guardarme, pensarme.
Ustedes saben que cuando me pica el bichito de la necesidad ya no paro. Escribo y escribo. Porque no puedo hacer otra cosa. Lo mismo que me sucede cuando necesito replegarme, como todo este tiempo. Todos los períodos de una vida son especiales. Por suerte. Así pienso y siento yo. Y soy muy consecuente con esto.
Ya lejano el episodio Second Life les cuento: al final la gente que hace Argentonia no tenía nada que ver con mi exclusión. Todo solucionado. Pero eso no tiene nada que ver con que no me guste mucho ese mundo virtual. Por ahí más adelante hay otros que me gustan más. No sé, no logro engancharme. Como si me pasó cuando conocí la obra de Alejandro Thornton. Será que tengo una especial predilección por el dibujo. Hay algo tan inmediato, tan espontáneo en los trazos de Alejandro que hace que me guste muchísimo lo que hace.
Pertenece a los sueños visuales de una generación. Su estética es pariente de muchas otras que conocemos bien y son parte de la escenografía de esta década. Es un estilo muy 2000. Y desde los detalles, Alejandro tunea su personalidad. Me reinteresa esto del dibujo como tuneo, como forma de personalizar arte de una época. Max Gómez Canle hace lo mismo pero con el arte del pasado. Vuelve reactual pinturas de otras épocas. Alejandro vuelve actual el presente. Es muy loco esto de actualizar el presente. En esta actualización de sí mismo por medio de imágenes familiares a todos nos dispara más pistas sobre cómo vivir el presente. Sobre sus formas. Pertenece a un grupo diverso de artistas que se apropian de las imágenes circulantes para interrogarlas.
Alejandro vuelve artesanales imágenes que habitualmente apareen ante nuestros ojos con otros medios. No las vuelve más virtuosas. No, sino más personales.
Conocer sus dibujos fue una lección para mi escritura. Me gustaría mucho lograr con mi escritura lo mismo que él hace con sus imágenes: captar lo más cotidiano de una expresión o la expresión de lo más cotidiano de una época y hacer algo repersonal con eso.
Una sintonía que me emociona. Y no sé muy bien por qué.