miércoles, 1 de agosto de 2007

Distrayendo anzuelo y descubriendo

Nos pasa todo el tiempo. Vemos una obra cualquiera y nuestro cerebro intenta clasificarla comparándola con otra obra que conocemos. El link está ahí, ya preparado. Es nuestro anzuelo. Como espectadores estamos preparados para morder el anzuelo. No es nada agradable pensar en la obra como una carnada, pero me gusta decirlo así, es más violento y me sirve.
Los espectadores más interesantes sin dudas son aquellos que le encuentran a la obra un destino más agradable que el de mera carnada para completar el cuadro de la teoría del arte, o de la historia del arte.
Y como quiero ser una espectadora interesante, me pongo las pilas para hacer otra cosa. Frente a la obra lo primero que hago es no interpretar. ¿¿Será lo que aconseja Susan Sontag en ese libro que no leí??
Trato de no acercarla demasiado a mi experiencia. Eso lo dejo para un segundo momento. Primero me abandono a la intuición.
De Gisela Filc no sé nada. Jamás había sentido hablar de ella. Pero veo sus fotografías en el Proyecto Panda y me vuelan la cabeza.
El Proyecto Panda es increíble. Son obras rebuenas, todas. La selección es super exquisita. Es imposible que las fotos de Gisela no te remitan a algo. Son imágenes universales, la mayor parte de las veces, atemporales.
En el arte contemporáneo se suelen desatar dos furias simétricas y opuestas: una furia por el presente/ futuro, por ganar territorio en el porvenir tecnológico y por otra parte un ir hacia lo artesanal, a la historia del arte, a lo conocido. Adoro la tercera posibilidad, que es este huir de las fronteras que delimitan el tiempo.
De todas formas, siempre hay algo, algún detalle que nos proporciona una pista de la época de la toma. Pero gana ese apostar a un bosque, una niña, el campo en un día nublado, una chica saliendo del agua en una playa de piedras grises, y todo así. Eso nos emociona: es hermoso. Son imágenes no muy diferentes a las que pudieron ver nuestros papás cuando eran chicos.
No es nada fácil lograrlo. El tiempo no se deja suspender. Sin embargo, Gisela lo logra. Es como leer un libro antiguo y sentirte identificada.
Es obvio que estas fotos me recuerdan como a vos momentos de tu vida. Algo que viste un millón de veces o una, pero que te habla directamente a los sentidos. Pero más que meterme en mi experiencia individual me conectan a una experiencia colectiva y a la vez privada.
¡¡Qué genia que es Gisela!! Hay que ser recapa para hacernos olvidar del anzuelo y sugerirnos tantas cosas. Cada foto de Gisela es un descubrimiento.
Y es que lo universal o fuera del tiempo, que no es lo mismo pero en este caso por ahí sí, es lo que logra que el tiempo quede entre paréntesis.
Las fotos de Gisela son clásicos instantáneos.
De una simpleza y profundad alucinantes.
Qué bueno poder estar ahora y acá para disfrutarlas.