lunes, 16 de febrero de 2009

Presente congelado en otra dimensión

Entiendo lo difícil que es exponer para muchos artistas.
Tenés la obra en tu taller y es tuya, tuya, tuya.
La cuidás, la protegés. Ves como crece.
Hasta sentís como se ubica en tu espacio.
Pero llega el momento en que la tenés que ofrecer a los demás.
¡¡¡Qué vertigoooooooooooooooooo!!!


La obra sigue siendo tuya pero ahora está ahí para todos.
Y recibe las miradas de todos.
Los comentarios de todos.
Es como una actriz que sale a escena.
Todos la observan. Más, menos.
La miden, la comparan, cuchichean.
No vi nunca estas obras de Guada Aguiar Masuelli en vivo, pero me transmiten eso.
Cuando miden a una obra nuestra nos están midiendo a nosotros.
Por más que tengamos una distancia con nuestra obra
¿¿no es fuerte cuando escuchás las cosas que se dicen de ella??
¿¿No es un poco como si hablaran de nosotros??


Cada artista ajusta esa distancia como puede.
La que va de la obra a él.
A veces pesa mucho.
Una amiga me decía: "¿¿Por qué van a tener que pegarle tanto a una obra mía si en realidad no me quieren a mí??"
La obra no somos nosotros pero somos nosotros.
Es como una parte nuestra, alguien que fuimos, alguien que todavía somos, pero en el pasado.
O es otro presente que queda congelado para siempre.
Y vive de otra forma.
Estando ahí está en otra parte.
Como una nave de reconocimiento que va a un planeta desconocido y nos envía mensajes.